Comida baja en carbono, la gastronomía que viene

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Si ser vegetarianos ayuda al planeta, por aquello del CO2 que ahorramos frente a las dietas convencionales, ricas en proteínas animales. Pero ésta no es la única opción para que la comida tenga una baja huella de carbono.

En este post abordamos una curiosa iniciativa francesa que, al margen de la opción vegana, se apunta a la tendencia de la comida baja en carbono y al tiempo contribuye a crearla. Es una moda que ya está ahí, pero al mismo tiempo todavía resulta incipiente.

Cocina baja en carbono

La asociación «Bon pour le climat» (Bueno para el clima) reúne a restauradores, hoteleros, servicios de restauración y consumidores comprometidos con la protección ambiental, en concreto con la promoción de la cocina baja en carbono. Eso sí, además se trata de una cocina «sabrosa», tal y como apuntan en su página web (bonpourleclimat.org).

Su compromiso se refleja en esta misma introducción, donde también encontramos una razón de peso para actuar en este sentido:

La alimentación representa en Francia el 30 por ciento de los gases de efecto invernadero que emitimos. Con nuestra acción «Bon pour le climat» podemos reducir estas emisiones hasta la mitad.

Para ello, según nos advierten, hay que cambiar nuestros hábitos alimentarios. El objetivo clave no es otro que actuar y ser positivos. «Cambiemos el contenido de nuestros platos. Cocinemos y consumamos productos de temporada de origen local y privilegiemos las proteínas vegetales«, apuntan.

Por lo tanto, no se trata de hacerse veganos sino de tener en cuenta esta cuestión y enfocar nuestra alimentación de otro modo. Para ello, por ejemplo, incluyen una eco calculadora para estimar el cálculo de la huella de carbono de las recetas, además de sugerir un sinfín de ellas.

El último evento organizado por la asociación reunió a un centenar de chefs. Fue este mismo lunes, 10 de octubre, en el Hôtel de l’Industrie de Paris, la misma ciudad donde se alcanzó hace nada el acuerdo climático global (COP21).

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El coloquio giró en torno al tema de «la gastronomía baja en carbono: vegetal, local y de temporada». Una iniciativa que busca tanto concienciar sobre la importancia de colaborar en la lucha contra el avance del cambio climático desde nuestras casas o al ir a un restaurante.

Asímismo, la gastronomía baja en carbono abre el debate de la cocina más ética desde el punto de vista ambiental. No solo se trata de pedir un compromiso decidido a los políticos o a los empresarios, sino de llevarlo a la mesa, tanto en lo cotidiano como al elegir qué restaurante elegir.

El hecho de que sean los chefs de alta cocina quienes lleven la voz cantante en este tipo de eventos también hace hincapié en la idea de que la comida baja en carbono también puede estar realmente deliciosa.

A su vez, se pretende concienciar sobre la importancia de que la agricultura, desde donde se obtienen las materias primas para cocinar, nos brinda ingredientes altamente polucionantes. No solo en relación a que contengan más o menos pesticidas, sino sobre todo en cuanto al ciclo de vida y su nivel de carbono. En este sentido, la agricultura intensiva es un problema.

Insectos, bajos en carbono

Otra opción son los insectos. En efecto, son una fuente de proteína animal que no impacta con tanta gravedad en el clima. Las emisiones de gases de efecto invernadero que supone la cría de animales (incluyendo la agricultura destinada a su alimentación) es infinitamente superior a la de las granjas de insectos.

Aunque cueste creerlo, tanto en restaurantes como en el hogar, los insectos pueden convertirse en un ingrediente habitual. Los expertos afirman que comerlos es saludable y, por supuesto, sostenible. Aunque entrañan una serie de riesgos, no son mayores que los relativos a la carne convencional o a las precauciones que han de tomarse a nivel de seguridad alimentaria en general.

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