Contaminación y asma, un binomio peligroso

Ataque asma
El asma y la contaminación no hacen buenas migas. O, como diría un chiste malo, les va demasiado bien juntos, pues potencian sus efectos en detrimento nuestro. De hecho, la polución es un factor clave en su aparición, al tiempo que agrava los episodios de asma.

En el Día Mundial del Asma, que se celebra hoy, 3 de mayo, vamos a dar una serie de consejos generales para intentar combatirla, o minimizarla al menos, atacando distintos factores relacionados con la polución.

Más polución, más casos de asma

Así pues, las personas más expuestas a la contaminación pueden sufrir esta enfermedad respiratoria, cuyo incremento se asocia a la polución ambiental, del mismo modo que ocurre con las bronquitis o, por ejemplo, las rinoconjuntivitis.

Numerosos estudios han confirmado la relación entre el asma y la polución, tanto en países desarrollados como en vías de desarrollo. En concreto, la provoca la concentración de distintas partículas contaminantes que flotan en el aire, como el dióxido de nitrógeno (NO2) o el dióxido de sulfuro (SO2), el ozono (O3) o, cómo no, procedentes del dióxido de carbono (CO2), entre otros gasees provenientes de combustibles u otros productos de combustión, como ocurre con el humo del tabaco, pongamos por caso.

Por lo general, la polución orgánica o biológica e inorgánica, -tanto interior como exterior-, puede desencadenar ataques de asma y otras enfermedades de las vías aéreas en personas sensibilizadas.

El control de la enfermedad exige un aislamiento de la contaminación, aconsejan los expertos. Sin embargo, ésta no solo es exterior, sino también interior. Es más, la polución interior normalmente es mayor que la exterior, con lo que además de vigilar la calidad del aire exterior, se deben tomar medidas de limpieza ambiental en el interior del hogar, así como en otros espacios cerrados como lugares de trabajo o de ocio.

La predisposición genética a tener asma es otro agravante, que puede acabar siendo decisivo cuando entran en juego factores de tipo ambiental, entre ellos la contaminación.

Algunos consejos prácticos

Aunque las políticas reductoras de contaminación ambiental son claves para conseguir una menor incidencia de este problema, también es cierto que podemos seguir una serie de consejos prácticos para intentar prevenirlo en la medida de lo posible. O, al menos, suavizar sus efectos y espaciar las crisis, ya que se trata de una enfermedad crónica.

En el interior del hogar debemos mejorar la calidad ambiental, con especial énfasis si en casa hay niños. No en vano, por lo general son los más vulnerables ante estos problemas.

Tubo escape
En un anterior post dimos una serie de sencillos consejos al respecto. Y también podemos recurrir a las plantas de interior para descontaminar la atmósfera y, en suma, mejorar la calidad del aire, sin olvidar la tan necesaria aireación diaria. No en vano, ventilar la casa durante al menos diez minutos renovará el aire y, con ello, ayudará a su descontaminación.

Posteriormente, será fácil reducirla en mayor medida prescindiendo de los limpiadores y ambientadores de composición química (la limpieza ecológica es una opción idónea), así como aspirando y a menudo e incluso realizando tratamientos regulares con purificadores de aire que cuenten con filtros de alta eficiencia.

Llevar una dieta saludable, y sobre todo no comer demasiado, actuará de forma positiva. También sumará puntos pasar más tiempo al aire libre, siempre que el entorno no esté especialmente polucionado.

Teniendo en cuenta que el asma tiene un componente alérgico en muchos casos, el polen, el pelo/plumas de las mascotas o el frío, entre otros alérgenos puede resultar contraproducente. Por último, saltar de la silla y hacer ejercicio o llevar una vida activa (sin estrés) también puede mejorar nuestro sistema inmune.

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