Dormir en un ambiente frío es más saludable

Hotel de hielo
Al ir a dormir en invierno, sobre todo cuando el frío aprieta, a menudo tiramos de calefacción y de mantas eléctricas con el fin de caldear la habitación y poder tener un sueño confortable. ¿Pero, hacemos bien? No demasiado bien, al menos desde el punto de vista de nuestra salud. Porque, aunque resulte sorprendente, dormir por encima de los 15 grados centígrados no es saludable para nosotros ni tampoco para el planeta.

En efecto, los expertos afirman que es importante tener una temperatura ambiental adecuada, lo que significa que una sensación térmica relativamente fría es sinónimo de sostenibilidad ambiental y también de nuestro organismo. No en vano, dormir a temperaturas frescas nos mantiene en plena forma física, pues el organismo activa naturalmente sus mecanismos de termoregulación y, entre otros beneficios, también previene graves enfermedades.

Antes de irnos a la cama, de este modo, sería interesante controlar la temperatura y, si fuese necesario, ajustar el termostato antes de acostarnos. O, en lugares cálidos, simplemente se trataría de quitar la calefacción o directamente no ponerla tampoco durante el día.

Recordemos aquí que muy a menudo abrigarse dentro de casa es suficiente para no pasar frío, ayudándonos también, si fuese necesario, con sopas y bebidas calientes. En estos casos, en la cama las mantas suelen bastar para dormir de forma agradable, si bien controlar la temperatura es la mejor manera de no quedarnos cortos ni sobrarnos, sobre todo teniendo en cuenta la importancia de conseguir un sueño óptimo.

Prevenimos enfermedades

Los científicos nos advierten de la importancia de controlar la temperatura para dormir de un modo saludable. En la práctca, significa un descanso nocturno reparador. Aunque nos parezca lo contrario, nuestro organismo tiene un sueño más profundo y saludable sin mantas ni almohadillas eléctricas, ni tampoco en un ambiente caldeado.

Chris Winter nos aconseja dormir idealmente a 15 grados, y como máximo a 19 grados centígrados, y las razones para afirmarlo resultan impactantes, sobre todo porque, por lo general, son desconocidas. Entre otras ventajas, el organismo aprende a regular su temperatura
Disminuyes el riesgo de tener enfermedades metabólicas, como la diabetes. Pero no sólo eso, ya que según un estudio publicado en la revista Diabetes, los participantes de un estudio que medía estos beneficios demostraron qeu dormir en un ambiente más frío mantenía a raya las enfermedades metabólicas y casi duplicaron la cantidad de «grasas buenas» con respecto a un periodo anterior en el que durmieron a unos 24 grados.

Temperatura ideal para dormir
Además de estas ventajas metabólicas, en este estudio publicado en la la revista Diabetes se demostró que al bajar la temperatura durante la noche, el cuerpo al despertarse y, en general a lo largo del día se mantiene el metabolismo más rápido. De este modo, dormir fresco permite quemar más calorías durante todo el día.

Elixir de la juventud

De acuerdo con Natasha Turner, reputada naturópata, dormir en un ambiente que sobrepase los 21 grados impide que el cuerpo realice las funciones relacionadas con la natural disminución de la temperatura. En términos médicos, significa que no se libera la melatonina, una hormona que hace descender la temperatura corporal y al mismo tiempo nos mantiene más jóvenes. Y, puesto que sólo se libera por la noche, al inhibirla las altas temperaturas no podemos beneficiarnos de su efecto anti-envejecimiento ni propiciarla con el fin de que el cuerpo haga descender su temperatura, con lo que ello supone para la prevención de enfermedades meatabólicas.

A su vez, otras hormonas que se generan a consecuencia de la melatonina tampoco se producen, y ello respercute negativamente. Por último, si la temperatura ambiental es fresca conciliaremos el sueño antes y éste será más profundo, a la vez que liberaremos menos cortisol. Dormir más frescos, incluso desnudos, también nos ayuda a controlar el apetito y la ansiedad. Y, cómo no, la huella de carbono, con lo que las emisiones de gases de efecto invernadero también se reducen de forma significativa, junto con la factura de la luz.

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