Por simple asociación de ideas, la limpieza de cristales suele significar esfuerzo y resultados no del todo buenos. Además, se relaciona con los olores intensos procedentes de productos limpiadores con «personalidad propia».
O, lo que es lo mismo, salvo que seas un virtuoso en limpieza de cristales, lo frecuente es que se trate de una fastidiosa actividad que te invite a poner pies en polvorosa. Y lo mismo le ocurre al medio ambiente, pues los líquidos limpiacristales contribuyen lo suyo a que nuestro hogar sea un lugar más contaminado.
Limpieza eco de cristales
Protegernos de los contaminantes químicos en el hogar implica, lógicamente, prescindir de ellos. En el caso de los limpiadores de cristales, lo tenemos bastante fácil. Por un lado, las fórmulas caseras son fáciles y rápidas de elaborar, hasta el punto de haber algunas que son increíblemente simples, y por otro resultan muy económicas.
En este post veremos algunas de ellas, buscando soluciones prácticas, saludables y asequibles. Entre otros, no podemos dejar de mencionar el uso del papel de periódico, sin más complicaciones. De hecho suele utilizarse como toque final para eliminar pelusas, huellas y otras marcas, pero también funciona a la perfección cuando se utilizan como un único paso. Obtener los mejores resultados será tan fácil como hacer una bola para secar el agua que antes hayamos pulverizado, idealmente poco calcárea. Incluso con cristales son estupendos.
A la hora de elegir el «líquido» que añadimos para humedecer los cristales, también podemos hacer una fórmula ecológica. Tan fácilmente como mezclar vinagre blanco con agua y pulverizar, secando luego con el papel de periódico.
La proporción es muy flexible. Será mucho más concentrado si añadimos una parte de vinagre blanco o vinagre de alcohol por una parte de agua, e iremos incrementándola hasta un octavo como máximo para diluirla. No ir más allá si queremos beneficiarnos de las virtudes del vinagre.
Si no disponemos del papel a la hora del secado, podemos usar el de revista o el de los folletos de propaganda. Y, si lo preferimos, aplicar bayetas de microfibra ecológica o retales de ropa de cama de algodón o trozos de toallas, pongamos por caso.
Siempre que no dejen pelusas y, en general, ofrezcan un resultado satisfactorio será una opción sostenible. La experiencia y nuestras preferencias es la mejor manera de acertar tanto en proporciones como en tipos de tejidos y concentración de las fórmulas.
Habida cuenta de que el olor a vinagre se evapora al cabo de unos minutos, no hemos de hacer nada para camuflarlo. Sin embargo, sí podemos aprovechar la limpieza de cristales para añadir un toque aromático natural a nuestro hogar o lugar de trabajo.
La manera de lograrlo no es otra que añdir al pulverizador unas gotas de nuestro aceite esencial favorito. Como recomendaciones, el de limón es interesante. Bastarán entre 5 ó 10 gotas, dependiendo de su intensidad, para alcanzar nuestro objetivo. Si bien conviene recordar que solo con agua y papel es posible lograr una limpieza perfecta.
Si observamos trazas blanquecinas será señal de que el agua es demasiado calcárea, con lo que se recomienda añadir vinagre para reducir su dureza. Igualmente, añadiremos un productos desinfectante que higienizará con mucha más profundidad que si solo utilizamos el agua.
Otra opción consiste en utilizar agua mineral. Un truco para no gastar más de lo necesario consiste en pulverizar lo más finamente posible y actuar en ese espacio. Tras secar, pulverizaremos de nuevo, con lo que logramos que la humedad dure más tiempo, ya que de lo contrario se secará y habremos de renovar o hacer un esfuerzo extra para retirar las marcas.
O, como último truco, limpiemos los cristales en días nublados para conseguir que se seque más tarde. Eso sí, si va a llover el trabajo podría haber sido en vano, con lo que las ventanas más expuestas mejor dejarlas para un día con sol.