El reducetarianismo, un veganismo descafeinado

hamburguesa con patatas fritas
Se llama «reducetarianismo» y es una nueva tendencia alimentaria que busca reducir el consumo de alimentos de origen animal. Está en tierra de nadie, o quizá sea justo al contrario, y participe de varios estilos de vida a la vez. Sea como fuere, lo cierto es que va más allá de hacer dieta y le hace un guiño cómplice al veganismo.

Eso sí, se plantea como un movimiento que implica una militancia. Es decir, no hablamos de la dieta del yogur ni de decisiones dietéticas en favor de la salud. Se trata del nuevo modo de vida saludable que pronto podría convertirse en moda

¿Un veganismo light?

Surgido de un movimiento nacido en los Estados Unidos, fundado por Brian Kateman, tiene mucho de producto de marketing. Como concepto se diseñó en el «The Good Food Institute» y la «Reducetarian Foundation». Su nombre, por lo tanto, claramente viene de esta última.

La consigna es clara: no consumir carne durante un mes. Hacerlo es, a juicio de Kateman, convertirse en «un héroe para los animales y para el planeta». Además, como era de esperar de un planteamiento así, se conmina a donar fondos para sostener la fundación.

Artimañas de recaudación económica a parte, esta nueva tendencia alimentaria tiene miles de seguidores que no pasan por caja. Simplemente, participan de su filosofía y la aplican a su vida diaria, sin más.

El principio es reducir el consumo de carne y sus derivados, como la leche y los huevos. Se hace, principalmente, con tres objetivos: cuidarnos, respetar más a los animales y también al planeta. Es decir, su fin trasciende lo dietético.

Pescado con verduras
En la práctica, el movimiento se ha visto fuertemente impulsado en el mundo virtual. Internet, en efecto, ha marcado un antes y un después en su difusión y consiguiente popularización.

De hecho, se cuentan por centenares e incluso miles los bloggers y youtubers que retransmiten casi en real time sus experiencias con esta forma de comer y de estar en el mundo.

Probablemente, uno de los principales motivos por los que la mecha ha prendido fácilmente es lo sencillo que resulta seguirlo. Sobre todo, a diferencia de las exigencias del veganismo. Aunque también es importante recordar que ser vegetariano no significa necesariamente practicar el veganismo estricto.

La familia de los vegetarianos es muy amplia, y entre ellos, por ejemplo, están los flexitarianos. Su idea es muy cercana a la del reducetarianismo pues, según la definición de la American Dialect Society de Estados Unidos serlo significa seguir una dieta vegetariana de forma mayoritaria pero parcial.

En concreto, se permite comer carne dentro del 10 por ciento de su menú. Al igual que el concepto que nos ocupa, estamos ante un falso veganismo, que al menos minimiza el consumo de carne.

Ambos, por otra parte, son interesantes maneras de realizar una transición hacia el veganismo. O, si consideramos su contribución a nivel estadístico, también supone salvar vidas y cuidar el entorno, con lo que tiene un componente ético claro.

Por lo general, sus adeptos utilizan el sentido común, por otra parte el menos común de los sentidos, para hacer una dieta muy variada. Fundamentalmente, reducen su consumo de carne a un máximo de 500 gramos semanales y optan por comer también pescado, legumbres, frutos secos y otros vegetales ricos en proteínas.

A su vez, su dieta es rica en vegetales, tanto frutas como verduras y hortalizas, siempre siendo comedidos en cantidades, huyendo de atracones o de ingestas que vayan más allá de lo que necesita nuestro organismo. Así las cosas, quizá la dieta mediterránea sea una buena guía para ellos, en cuyo caso la palabreja podrían comérsela como aperitivo en el momento menos pensado…

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