Ideas para reciclar bombillas

Reciclar bombillas como jarrones
El reciclaje de bombillas es ingenio puro. Sus formas redondeadas, su material frágil pero al mismo tiempo limpio y transparente constituye una materia prima atractiva de la que podemos sacar un buen partido. Bastará con hacer saltar la chispa de la imaginación para que surjan ideas brillantes.

Crear, decorar, disfrutar con los pinceles, pasarlo bien ideando algo nuevo, diferente, un resultado que sorprenda a los demás y también a nosotros mismos. Porque las bombillas viejas tienen una segunda vida que, más que práctica, sobre todo resulta decorativa, sin menoscabo del uso que pueda dársele a uno u otro objeto creado.

Jarrones, lámparas, colgantes…

Así es, las bombillas viejas que se han fundido o que simplemente hemos cambiado por otras de bajo consumo tienen un gran potencial para seguir iluminando nuestro hogar, esta vez sin gastar energía eléctrica ni aumentar la huella de carbono.

Todo lo contario: uu brillo viene del protagonismo que adquieren al transforamarse en un delicado jarrón, en una lámpara de alcohol, en un colgante decorativo o en un simpático muñequito, entre otras muchas posibilidades eco-amigables.

Los floreros son quizá la opción más popular. Basta con ver los resultados para entender que tiene todos los elementos para triunfar: sencillo de hacer (para agujerarlas necesitaremos un taladro o, manualmente, una sierra de metal y unas tenazas) y resultado fantástico, tanto individualmente como si utilizamos varias para crear un original centro de mesa o simplemente para decorar cualquier espacio de un modo realmente original. Pueden colgarse, sujetarse a una pequeña base o colocarse en la pared con fijación mural.

Seguiremos el mismo proceso para hacer un mechero o lámpara de aceite: haremos el agujero e introduciremo una mecha (servirá un simple cordón de zapato) y alcohol o parafina de combustible, cuidando que queden estables para así evitar que puedan caerse y quemar algo e incluso provocar un incendio. Mucho ojito con eso.

Bombillas recicladas
Si nos sentimos artistas o simplemente queremos pasar un rato haciendo manualidades, las bombillas son un modo sencillo de hacer muñecos de nieve, especialmente si son blancas. Quedarán muy resultones sin necesidad de hacer gran cosa: pintemos unos botones de color negro, añadamos una bufandita pintada o de alguna muñeca, dibujemos la cara ( ojitos negros y una nariz puntiaguda de color rojo) y pintemos de negro la parte metálica para simular el típico sombrerito. También quedará perfecto si lo hacemos con papel o cartulina. ¡Así de fácil, repitamos la operación unas cuantas veces un ya tenemos la decoración del árbol de Navidad!

Con pinceles e ilusión, será fácil hacer cualquier otro muñeco o diseño, si bien es habitual convertirlas en caritas por su misma forma. Si son opacas, un simple rotulador permanente nos bastará para hacer de las nuestras, por ejemplo, unos ojos y una sonrisa por un lado y una carita triste, tierna o sorprendida por el otro, para así girarla en función de nuestro estado de ánimo.

Aceitera y salero

Otra idea original y, esta vez sí, realmente práctica, es convertir esas bombillas viejas en un curioso juego de vinagrera, aceitera, salero y pimentero. Mejor si son de distintos tamaños, dejando las más pequeñas para la sal y la pimienta. Por lo demás, el procedimiento es el mismo que con el jarrón y la lámpara de aceite, si bien esta vez taparemos el agujero con un tapón de corcho y buscaremos un soporte para que no se tambaleen.

Por último, hay proyectos impactantes que consiguen resultados casi mágicos, introduciendo dentro de la botella objetos, como tradicionalmente se hace con las botellas. El límite parecen ser las estrellas, porque podemos encontrar dentro de una bombilla casi cualquier cosa: desde el típico barquito hasta una especie de invernadero. Todo un alarde de imaginación, paciencia y destreza.

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