Italia también prohibe a los supermercados tirar comida

Desechos alimentos
El alto coste económico, social y ambiental que supone el desperdicio de alimentos alcanza unas proporciones vergonzosas incluso a pequeña escala. Solo una familia de cuatro miembros al cabo del año desperdicia alrededor de media tonelada de comida, más que suficiente para alimentar a una quinta persona.

Si nos centramos también en la producción, una tercera parte de los alimentos se pierde o acaba en la basura, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un desperdicio alimentario que se produce por muy distintos motivos. Uno de ellos, la caducidad de los alimentos en los supermercados.

Objetivo: una regulación europea

Siguiendo el ejemplo de Francia, el primer país del mundo que prohíbe a los supermercados tirar o destruir los alimentos comestibles que han quedado sin vender por cualquier motivo, Italia ha decidido hacer lo propio.

En ambos países los excedentes llegarán a personas necesitadas a través de los bancos de alimentos y organizaciones benéficas, que los recibirán para su distribución. De no hacerlo los supermercados, la normativa francesa prevé multas.

Italia, sin embargo, ha preferido los incentivos al castigo. En vez de multar a los supermercados que no se apunten a la iniciativa, el gobierno italiano ofrecerá beneficios e incentivos fiscales los que sí lo hagan. De este modo, anima a los establecimientos a colaborar.

Italia tiene una población de casi 60 millones de personas y cada año tira a la basura más de 5,1 millones de toneladas de alimentos. Si el proyecto de ley no encuentra obstáculos, tal y como se prevé (tiene el apoyo necesario, en principio), los alimentos comestibles serán donados a obras de caridad. Es decir, no más alimentos viables a la basura.

Recordemos que la iniciativa gala partió de una campaña llevada a cabo por Arash Derambarsh, un concejal de 35 años de Courbevoie, un suburbio al noroeste de París. Su causa cuajó de un modo. Para el activista, como para cualquier mortal, es «escandaloso y absurdo» el desperdicio de comida por parte de las grandes superficies.

A la iniciativa del joven político le sucedieron protestas de consumidores y otras asociaciones contra la pobreza. Según sus cálculos, en Francia se echan a perder 7 millones de toneladas de alimentos al año. El próximo objetivo: que la iniciativa se extienda como un reguero de pólvora y acaben sumándose otros países. Con Italia lo han conseguido, pero sobre todo tienen su mirada puesta en la UE, donde cada año se desperdician más de 100 millones de toneladas de alimentos perfectamente comestibles.

Supermercado italiano
Derambarsh sigue liderando el proyecto para que toda la UE se sume a estas iniciativas nacionales. A nivel particular, hay loables actuaciones. Por ejemplo, los supermercados británicos Tesco decidió donar este tipo de alimentos a las mujeres y los niños que lo necesitasen y el mes pasado Dinamarca abrió su primera tienda de descuento venta de bienes caducados o dañados como solución a este problema, ya endémico en nuestras sociedades opulentas al tiempo que poco solidarias con los que peor lo pasan.

Pero no todo es de color de rosa. Aunque la medida parece ser muy ventajosa a nivel social, económico y ambiental, hay que hacer frente a un gran desafío a la hora de contar con los recursos necesarios para su organización. Sin dejar de expresar su satisfacción por la medida, las asociaciones benéficas galas han manifestado su malestar por los problemas que ello iba a generarles.

La solución deberá pasar por facilitarles los necesarios medios logísticos y humanos para que la ayuda no se traduzca en gastos. Básicamente, se trata de un nuevo reto que precisa de una solución a la medida que resulte factible. En cuanto se dé con ella dejará de ser un obstáculo. El resultado bien merece la pena el esfuerzo, sin duda.

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