La moda del retorno a la naturaleza

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Se le conoce como «wild tendence» o simplemente como la moda de la vuelta a lo natural, y abarca un sinfín de áreas. Pero, sobre todo, la moda de la vuelta a lo natural se vincula con el retorno a lo auténtico. Frente a la vida moderna, que nos empuja con sus prisas y nos encierra en su jungla de asfalto, la naturaleza se ve como una maravillosa salida a nivel laboral y de estilo de vida.

¿Pero, es esta moda compatible con lo ecológico? Realmente no siempre tiene que ver con una visión eco amigable. Aún así, en muchos casos no solo resulta compatible, sino que forma parte de una clara vocación activista.

La necesidad de volver

La necesidad de volver a la naturaleza puede no ser ni tan «genuina» como pueda parecer ni mucho menos sostenible. A la hora de valorar los aspectos relacionados con la ética, por otra parte, también encontramos importantes diferencias entre unas u otras opciones.

Los ejemplos son innumerables. Desde iniciativas personales de huída de la ciudad que se traducen en hacerse una vivienda en medio de un bosque o en apostar por casas fáciles de trasladar hasta elegir un lugar especial para las vacaciones que reúna requisitos de sostenibilidad o a nivel paisajístico, pongamos por caso.

¿Consumismo, producto o servicio de moda o una necesidad del alma? La respuesta es la misma que podríamos dar a cualquier otro producto o servicio que forme parte de tendencias fáciles de seguir por puro esnobismo. El mercado nos lo pone fácil, y del mismo modo que las seguimos podemos dejar de hacerlo.

En este caso, las modas marcan la pauta y son la principal motivación. Ocurre a muy diferentes niveles, desde la alimentación doméstica o la restauración hasta el turismo, la cosmética, la automoción o el mercado textil, entre otros muchos.

El mundo editorial también está haciendo su agosto. Necesidad de una sociedad cada vez más organizada u oferta de un mercado siempre ávido de nuevas propuestas, sea como fuers no cabe duda de que los libros que tratan este tipo de temáticas lo tienen especialmente fácil para convertirse en bestsellers.

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Los libros que nos animan a volver al campo, a recuperar ese lado nuestro más salvaje se multiplican. Desde aquellos que nos ponen los dientes largos con experiencias dispares que en realidad tienen un denominador común: encontrar un lugar en el mundo, sentir esa sensación de pertenencia al planeta y a uno mismo es un mismo camino con tantos destinos como personas. Pero, en todos los casos, el escenario está lejos de la ciudad.

Desde la naturaleza plasmada en las salvajes olas que surfea William Finnegan, autor de «Años salvajes», premio Pulitzer, hasta la vida esforzada de un leñador en el bosque, plasmada por Mike Wilson en su obra «El leñador».

O, por ejemplo, «Un año en los bosques», de Sue Hubbell, un libro en el que se narra la «fuga» de un matrimonio a los Ozarks, en el Medio Oeste de los Estados Unidos, huyendo del sistema capitalista.

Nada más llegar Sue se encuentra sola y vamos conociendo su lucha por la vida en un entorno hostil al que ha de hacer frente, en medio de la soledad de las montañas. Todo un reto que representa un canto a la vida auténtica, emocionante y al tiempo llena de desafíos.

También ha sido un éxito de ventas «La vida de pastor» que nos propone James Rebanks, un pastor de ovejas que heredó un oficio de su familia, cuyos padres de familia se dedicaron a cuidar el rebaño al noroeste de Inglaterra desde hace alrededor de 600 años.

El cultivo de nuestros propios alimentos o los cosméticos libres de químicos y de crueldad animal son otros ejemplos de una tendencia que, en muchos casos, probablemente haya venido para quedarse.

De su verdadera necesidad dependerá, en última instancia, que lo hagan. Solo si obedecen a algo más que una simple moda, pasajera por definición, si realmente son verdaderos podrán resultar ecológicos. No en vano, únicamente cuando entra en juego el largo plazo lo ecológico hace honor a su nombre y, en fin, a su esencia para cumplir el necesario requisito de la sostenibilidad.

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