Las anfetaminas alteran el ecosistema de los ríos

Pildoras
Al igual que lo hacen otros medicamentos que acabamos echando por la taza del váter de forma directa o formando parte de las deposiciones, también las anfetaminas acaban en las aguas fluviales.

De las aguas residuales a éstas solo media alguna que otra depuradora, y en ocasiones ni siquiera eso. Sea como fuere, un alto porcentaje de narcóticos llega hasta estos ecosistemas acuáticos, provocando efectos desconocidos.

Droga legal e ilegal

Según un nuevo estudio realizado en torrentes artificiales, una baja concentración de anfetaminas es suficiente para alterar el microcosmos de algas y bacterias del ecosistema fluvial.

El control de estupefacientes, de hecho, se realiza a través del análisis del agua residual, pues sus restos permiten inducir éste a partir de la densidad poblacional. Más allá de esta utilidad, hemos de tener en cuenta que tanto las algas como las bacterias son básicos en los ecosistemas fluviales, por lo que su equilibrio depende en buena medida de ellos.

Utilizando esta misma técnica, un grupo de investigadores estadounidenses tomaron muestras durante un año de seis ríos o arroyos de la cuenca del Gwynns Falls, cercanos a Baltimore, la ciudad más poblada del estado de Maryland.

En todas las corrientes de agua analizadas encontraron restos de medicamentos y sustancias ilegales, en especial el paracetamol y la cocaína. Aunque en menor medida, también se detectó heroína, así como concentraciones significativas de anfetaminas en cinco de ellas.

Los investigadores decidieron estudiar las anfetaminas por lo habitual que es en todo el mundo y se conoce muy poco o prácticamente nada de su impacto en el medio acuático. No en vano, se trata de la droga psicoactiva más consumida, según la ONU, además de acabar en los ríos tanto la legal como la ilegal.

La vida de los ríos, según un artículo publicado en la revista Environmental Science & Technology, se ve afectada a consecuencia de este tipo de polución. Para averiguarlo, los científicos también hicieron pruebas en un entorno virtual que recreaba las condiciones biológicas de un río.

Tras verter anfetaminas en cantidades ínfimas, concretamente de 1 microgramo, se observó una alteración de su microcosmos de vida. Frente a las muestras que no habían sido alteradas, aquellas que recibieron esta bajísima concentración de la droga habían variado su ecosistema.

Entre otros problemas, se observó que la producción de algas se detenía y la función de la fotosíntesis realizada por la biopelícula, base de los ecosistemas acuáticos, realizaba de forma más deficiente la fotosíntesis.

A consecuencia de ello, creían menos, reduciendo la alimentación de los organismos que se alimentan de estas biopelículas. Por último, también se halló una inquietante diferencia a nivel bacteriológico.

Todavía desconocen la razón, pero en las aguas donde se habían vertido anfetaminas se encontraron especies de bacterias diferentes. A su vez, como consecuencia de esta alteración del ecosistema, los entornos acuáticos artificiales presentaron una mayor presencia de la insectos, como moscas o mosquitos.

Biopelicula rio
Por su parte, el uso de depuradoras ayuda a la hora de evitar el vertido a la naturaleza de residuos en general. En lo que respecta a los fármacos y, en particular, a las drogas, ocurre lo mismo, si bien un porcentaje importante acaba llegando a los ríos.

Por vanguardistas que sean las depuradoras, no impiden que ocurra, a lo que hemos de añadir que la tecnología punta es un lujo del que las más de las veces no se dispone. Es más, como hemos apuntado, ni siquiera está garantizada la depuración, por deficiente que ésta sea.

En este mismo estudio se constató que había restos de sustancias y fármacos legales e ilegales en el agua del río y, por supuesto, la transformación del ecosistema se suma a la presencia de estas sustancias en los peces que nos comemos.

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