Los árboles de Navidad acaban en la basura


Ya acabó la Navidad. Hay que desmontar el Belén. Quitar las luces. Y miles de toneladas de desechos, especialmente en papel de envolver los regalos, van a parar a la basura o al contenedor de papel. ¿Y qué ocurre con los árboles de Navidad?

En algunos municipios existen campañas de recogida de estos árboles. Sin embargo, según denuncia la organización Ecologistas en Acción, muchas resultan poco menos que una estafa. Algunas personas, con toda la buena intención del mundo, llevan a las instalaciones municipales (o del poder público que corresponda) los árboles navideños. En la mayoría de las ocasiones este gesto no sirve para nada, bien porque el vegetal ya está prácticamente muerto y no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir, bien porque el organismo público no sabe gestionar la situación.

La organización Ecologistas en Acción calcula que, al menos, dos millones de árboles de diversas especies (pinos, píceas, abetos y otras) acabarán durante estos días posteriores a las fiestas navideñas en los vertederos. Han pasado un par de semana en los hogares, ya han hecho su importantísima función y se pueden desechar sin más.

La mayoría de estos árboles son especies no autóctonas que, durante el breve periodo que han servido como decoración no han recibido ni siquiera los mínimos cuidados imprescindibles para su supervivencia. Así que se convierten, a la postre, en otro despilfarro más en esta época de excesos consumistas.

Según la organización ecologista, la gran mayoría de campañas municipales de recogida de árboles, tras las fiestas, sólo sirven para tranquilizar al inocente consumidor. Una gran parte de los árboles que se recogen se secan por las malas condiciones en que llegan a los puntos de recogida. Por ejemplo, por la falta de un sistema de raíces preciso y en buen estado que permita a la planta absorber los nutrientes necesarios para su supervivencia. Además, los pocos que sobreviven sólo se pueden utilizar como plantas de jardín, ya que, al tratarse de especies alóctonas, no se deben plantar en montes que no son su hábitat natural.

Hay alternativas a esta absurda tradición. Por ejemplo, adornar las plantas que ya se encuentren en la casa o, en todo caso, comprar especies que puedan sobrevivir a las condiciones y al clima de cada región. También se puede adornar el arbolado de la comunidad de vecinos o del jardín.

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