Probióticos convertidos en fármacos naturales


Conseguir alimentos curativos que actúen como fármacos naturales es un sueño cada vez más cercano. Y no, no hablamos de potenciar las numerosas propiedades terapéuticas de numerosos alimentos, especialmente de los vegetales, sino de utilizarlos como vehículo para poder llevar a cabo aplicaciones biomédicas de gran alcance.

En efecto, es parte de la ciencia médica del futuro, y en cierto modo también del presente, porque el hallazgo científico de la creación de este tipo de bacterias benefactoras es pionera a nivel mundial y abre un prometedor campo de actuación para llevar a cabo el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades del sistema digestivo, como tumores o cáncer de estómago, además de una suplementación alimenticia de hierro.

La nueva tecnología todavía se encuentra en fase experimental y ha sido posible gracias a la reciente creación de bacterias magnéticas artificiales por investigadores de la Universidad de Granada, que han trabajado en colaboración con la empresa Biosearch S.A., dueños de la patente.

Aunque el invento pueda parecernos extraño, no lo será tanto si relacionamos estas nuevas bacterias con las típicas bacterias probióticas, de uso habitual en alimentación. De este mismo modo, pues, se pretende incluir estas bacterias a los alimentos para fines médicos.

Imitando a la naturaleza

Para su diseño en el laboratorio los científicos partieron de un modelo natural. Su objetivo era conseguir que las bacterias imitaran la capacidad de unas bacterias llamadas magnetobacterias, caracerizadas por producir unos imanes -pequeños cristales llamados magnetosomas- que utilizan a modo de brújula, con el fin de orientarse a la hora de encontrar alimento.

El uso del biomagnetismo de estos seres microscópicos sirvió de inspiración en esta investigación, según se explica en el último número de la revista Advanced Functional Materials. Finalmente, las bacterias magnéticas obtenidas no fueron sino bacterias probióticas envueltas en nanopartículas magnéticas de óxido de hierro.

El resultado obtenido se considera un gran éxito porque estas bacterias actúan como imanes vivos que se alinean siguiendo un campo magnético externo. Y ello, traducido a usos medicinales, significa que hace que tengan muchas aplicaciones como fármacos magnéticos.

De hecho, estos probióticos magnéticos tienen un comportamiento que se asemeja al de las magnetobacterias que existen en la naturaleza, lamentablemente no aprovechables hoy por hoy de forma directa porque resultan muy difíciles de obtener en gran cantidad, además de no haberse utilizado nunca en humanos.

Curar enfermedades

Estas bacterias magnéticas artificiales podrían emplearse en aplicaciones biomédicas, ya sea para «obtener imágenes de resonancia magnética y poder diagnosticar o para calentar células malignas mediante hipertermia magnética y así curar enfermedades como el cáncer», explican sus creadores.


La investigación ha sido subvencionada por la Agencia de Innovación y Desarrollo de Andalucía (IDEA) de la Junta de Andalucía, y si bien ha culminado con el descubrimiento y patente de esta innovadora tecnología, todavía queda mucho camino que recorrer para sacarle todo el partido.

A partir de ahora, han de desarrollarse sus aplicaciones prácticas de forma concreta por la industria farmacéutica y alimentaria, que habrán de trabajar de la mano para conseguir los mejores resultados.

La indagación de las propiedades de las bacterias para curar enfermedades no es algo nuevo. Muy al contrario, son numerosos los estudios que han encontrado aplicaciones interesantes que van más allá de la beneficiosa actividad probiótica en el organismo tanto humano como animal.

Entre otros hallazgos, se ha descubierto el poder inmunoregulador de las bacterias. Un ejemplo es la Mycobacterium vaccae, una bacteria ambiental de crecimiento rápido de gran interés por su capacidad para el tratamiento de la tuberculosis, la dermatitis, el asma o el cáncer. Y, por supuesto, en general el futuro para la creación de fármacos naturales abarca tanto su uso de forma natural como tras su diseño o manipulación en laboratorio.

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