¿Qué puedo hacer para proteger los océanos?

Defiende los oceanos
Cuidar los océanos debería ser una absoluta prioridad para el ser humano, y no solo porque vivimos en un planeta azul, sino también porque de su salud depende el equilibrio del ecosistema mundial y, según advierte la ONU, además son la clave contra el cambio climático.

Hoy celebramos el Día Mundial de los Océanos 2015 y como consumidores respetuosos con el medio ambiente tenemos mucho que hacer día a día para salvarlos. De hecho, muchas de nuestras costumbres se traducen en un desequilibrio ecológico marino, aumentando su vulnerabilidad y poniendo en peligro la vida en los océanos, además de poner en jaque su papel como gigantescos sumideros de carbono.

No olvidemos que los océanos absorben alrededor de un tercio del CO2 que emitimos a la atmósfera, principal causa del cambio climático, con lo que preservar los océanos es también una manera de luchar contra el calentamiento global.

Pequeños gestos cotidianos

Si te preocupa el medio ambiente, sigue estos consejos básicos para no contribuir a la contaminación de las aguas en ríos y océanos. Son fáciles de aplicar y solo hay que tener en cuenta una serie de ideas muy generales para hacer una gran diferencia.

De hecho, aplicar consejos prácticos de forma cotidiana es una manera fácil y efectiva de contribuir al cuidado del planeta sin necesidad de hacer cambios drásticos en nuestras vidas. Muchos, además, muy probablemente ya estabas poniéndonos en práctica o, al menos, te sonaban, con lo que ahora además entenderás por qué es importante seguir haciéndolo.

Cuidado con la basura plástica

Los plásticos son uno de los principales enemigos de la salud de los océanos y, si bien lo ideal es prescindir de ellos, por mucho que lo intentemos siempre hay algún momento en el que hemos de tirar una bolsa de plástico a la basura o las utilizamos para llevar esto o aquello en nuestras salidas al aire libre, por ejemplo a la playa o al campo.

Su principal problema es que tienen la mala costumbre de no ser biodegradables, y cuando acaban en el mar son tremendamente dañinos para el ecosistema marino. Por un lado, puesto que no acaban de descomponerse alteran la composición del agua y, por otro, son una gran amenaza para animales que los confunden con comida o que se enganchan en ellos y quedan atrapados.

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La solución práctica, una vez estemos a punto de echarlos a una papelera o a la basura, es cortar las asas para evitar que se enganchen con ellas y hacer lo propio con las mayas de plástico que mantienen unidas las latas de refresco. No cuesta nada y podemos estar evitando accidentes que dejan a los animales malheridos o en una situación que los acaba abocando a la muerte.

Ojo con lo que tiras al inodoro

Tirar por el inodoro medicamentos, toallitas húmedas, pinturas, disolventes, aceites alimentarios, condones y cualquier otro tipo de objeto es convertirlos en una importante fuente de contaminación que acabará polucionando ríos y mares.

No solo estamos ocasionando un problema ambiental, también nos afecta a nosotros, pues la vida del mar forma parte de nuestra cadena trófica alimenticia y la contaminación acabará volviendo cuando compremos pescado o un sinfín de alimentos y productos procedentes del mar.

Recordemos que la Tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo que hemos de legar a nuestros hijos. Por extensos que sean los océanos, son finitos y frágiles, y su nivel de polución está aumentando a un ritmo alarmante. Luchar por ellos es apostar por un planeta habitable y, sin duda, poner tu granito de arena es dejar de ser parte del problema y ser parte de la solución.

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