Reducir los peligros ambientales de las bolsas de plástico


El consumo y, por supuesto, el consumismo, implican un despilfarro de recursos naturales y energéticos, pero también una serie amenaza contra la naturaleza. Si de bolsas de plástico se trata, además, el peligro que supone echarlas a la basura, sin más, supone un serio peligro para los ecosistemas (parches de basura oceánicos, por ejemplo), y también para su fauna.

Siguiendo unos sencillos consejos podemos minimizar el daño que se les hace a los animales, a los que podemos incluso matar con una simple bolsa de plástico desechada.

Recordemos aquí que las bolsas de plástico pueden viajar largas distancias, empujadas por el viento, las corrientes, para acabar en hábitats donde sean confundidas con comida y provocar la muerte de los animales que las ingieren, como las tortugas, que acaban asfixiadas o intoxicadas cuando las tragan confundiéndolas con medusas. ¿Entonces, cómo actuar para evitar estas muertes?

Actuar de forma responsable

Sí, es cierto que la mayor parte de las bolsas acaban en los vertederos, pero también es cierto que muchas de ellas llegan a los ecosistemas naturales. Son tantas las bolsas que se utilizan, miles de ellas, que el peligro es importante y hemos de actuar con responsabilidad.


Uno de los lugares más peligrosos donde se tiran es en las playas, desde donde fácilmente pueden ser arrastradas mar adentro y provocar terribles consecuencias en la vida marina. Si se las tragan, además de morir por asfixia, puede bloquear los intestinos del animal, matándolo de hambre. Pero no sólo eso, porque su descomposición tarda cientos o miles de años, pudiendo provocar daños a muchos animales una única bolsa.

Evitar estos problemas pasa por prescindir de ellas, es decir, no usarlas, directamente o, como mal menor, recurrir a las bolsas reutilizables de rafta o cualquier otro material, cuanto más ecológico, mejor.

Hacerles un nudo y enjuagarlas antes de tirarlas

Si, a pesar de todo usamos bolsas de plástico, antes de tirarlas a la basura enjuaguemos los posibles residuos de comida para que no resulten atractivas para los animales, cortemos las asas para que no se queden atrapados, y hagamos lo mismo con las arandelas de plástico que se usan para sujetar varias latas de bebida. Otra idea efectiva complementaria de la anterior es hacer un nudo con sus asas antes de tirarlas para evitar que el viento las impulse lejos.

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