Un omega 3 más sostenible con semillas transgénicas


El consumo de omega 3 está de moda. Los encontramos en forma de píldoras y enriqueciendo Sus efectos preventivos de enfermedades cardiovasculares y de apoyo para la salud en general hacen de estos ácidos grasos poliinsaturados un beneficioso suplemento alimenticio con propiedades preventivas y terapéuticas para millones de personas.

Las semillas de lino, de distintos tipos de salvia o de calabaza, entre otras, proporcionan ácidos grasos esenciales omega 3, y también los encontramos en algas, algunos frutos secos como las nueces. Sin embargo, frente a estas alternativas vegetales las fuentes más ricas de omega 3 las encontramos en algunos pescados, como el salmón o las sardinas.

¿Y, cuál elegir? El consumidor opta por fuentes de omega 3 en función de preferencias personales, tipo de dieta, en muchas ocasiones según sea vegano o no, concentración necesaria, mayor o menor asimilación o precio.

El pescado se acaba

También se huye del omega 3 del pescado por la presencia de metales pesados que encontramos en el omega 3 de origen animal, especialmente el mercurio que encontramos en el pescado, elementos bioacumulativos que pueden suponer un serio problema de salud. En este caso, por ejemplo, para mujeres embarazadas ingerir omega 3 procedente de pescado sería un riesgo para el feto innecesario.

El problema de la sostenibilidad ambiental que supone la escasez de pescado no es un factor que el usuario vaya a hacerle preferir un omega 3 de fuentes vegetales, salvo algunas personas muy concienciadas a nivel ecológico, simple anécdota para la estadística. Sin embargo, el problema existe y es como para echarse a temblar por lo que ello implicaría.

En efecto, a medio plazo la merma de pescado e incluso su desaparición (sí, el pescado está extinguiéndose) va a reducir e incluso hacer desaparecer también la provisión de omega 3, al margen de que tendremos un gravísimo problema ecológico y, obviamente, también de seguridad alimentaria.

En lo que respecta a los criaderos o piscifactorías como fuente para obtener omega 3 en sustitución del salmón salvaje, hoy por hoy, al menos, no serían suficientes como para abastecer la demanda mundial de este suplemento.

Un omega 3 más sostenible

La producción de ácidos grasos omega 3 a partir de fuentes vegetales, pero con similares efectos que los que proporciona el salmón (son de cadena más larga) es el objetivo de una investigación que llevan a cabo científicos británicos.


Su propuesta es aumentar la riqueza de ácidos grasos omega 3 en las semillas de lino. Actualmente están trabajando en una nueva cosecha de semillas transgénicas que contendrá los ácidos grasos esenciales. En concreto, han modificado las semillas de la Camelina sativa planta o falso lino utilizando genes obtenidos de microalgas.

¿La ingeniería genética es la solución?

Los partidarios de la transgenia en el cultivo agrícola aplaudirán este tipo de iniciativas, si bien este tipo de transformaciones pueden suponer un problema ambiental y de salud, ya que estamos hablando de semillas modificadas genéticamente. Por lo tanto, sus detractores también serán legión.

Para encontrar una solución que no pase por laboratorios de ningún tipo se requeriría un cambio estructural a varios niveles. Es decir, un cambio utópico. Por un lado, habría que avanzar hacia una pesca sostenible y por un ecosistema marino menos contaminado.

Por otro, sería necesario mejorar la forma de alimentarnos (más verduras y menos carne) para no necesitar tantos suplementos que equilibren nuestros ácidos grasos esenciales omega 3 y omega 6, ya que normalmente tenemos estos últimos en exceso. Además, controlar las emisiones de efecto invernadero descartaría soluciones como la transformación del tipo de grasa de la carne de cordero u otras mediante ingeniería genética. Además, nos ahorraríamos la crueldad animal que supone la industria de la carne.

Recordemos que el descubrimiento de las propiedades del consumo del omega 3 tuvo lugar a partir de la observación de sus efectos como parte de la dieta rica en pescado de las poblaciones asiáticas. El secreto de su buena salud, con una baja incidencia de problemas cardiovasculares, se relacionó con su dieta baja en grasas saturadas y ricas en omega 3.

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