Cabinas de teléfono convertidas en mini bibliotecas


Las cabinas públicas no están tan muertas como parece. No, al menos, si les insuflamos un soplo de vida creativa que las devuelva a la vida gracias un práctico reciclaje que alegre el aburrido mobiliario urbano. ¿Pero, son viables o sólo pueden funcionar en un mundo ideal?

La idea no es nueva, pero tampoco forma parte del fenómeno de las pequeñas bibliotecas gratuitas que no cesa de extenderse por el país. En esta ocasión, se trata más bien de la loca e inteligente idea de un diseñador estadounidense que no ha dudado en convertir viejas cabinas en bibliotecas callejeras.

John Locke ha sido el responsable de esta transformación de reliquias en bibliotecas de guerrilla, que invitan a leer de un modo curioso que está teniendo un fuerte impacto entre los viandantes. Eso sí, algunas cabinas han sido literalmente expoliadas, incluyendo libros y estanterías, pero su creador no desiste. Todo lo contrario, cree que es genial cuando escucha que la gente exclama algo así como ¿Qué demonios es esto? al toparse con una cabina convertida en biblioteca.

Actualmente, sólo hay dos mini bibliotecas funcionando de forma razonable, es decir, la gente toma libros para leer durante unos minutos o se los lleva a casa y al cabo de unos días los devuelve y/o coloca otros suyos. Curiosamente, frente a los expoliadores hay mucha otra gente que ni siquiera se atreve a tocar los libros, por lo que Locke ha decidido incluir alguna frase animando a estirar la mano. Ambos comportamientos, por exceso y por defecto, demuestran que la novedad está costando de asimilar, pero quizás con la costumbre todo vaya mejor… Por cierto, el autor anima a que le robemos la idea y la pongamos en práctica en cabinas o en cualquier otro espacio urbano. ¿Qué, te animas?

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