¿Existe la alergia a la contaminación ambiental?

La alergia a la contaminación atmosférica es un concepto un tanto vago, y como tal es complicado encontrar una definición comúnmente aceptada a nivel técnico y, mucho menos, médico. Sin embargo, no puede negarse que la contaminación es un factor de gran importancia a la hora de desencadenar o agravar cuadros alérgicos.

Además, las alergias vinculadas a la sensibilidad química múltiple es una intolerancia o reactividad a sustancias químicas presentes en en entorno. Así pues, de un modo u otro, la polución y las reacciones alérgicas están directamente relacionadas. Veamos en el este post qué relación puede haber, así como algunos interrogantes.

Las aumenta y agrava

De hecho, en su labor de intentar desensibilizar a los pacientes alérgicos, los alergólogos deben considerar factores agravantes de la alergia. Son elementos que pueden convertir sus manifestaciones en mucho más severas. Entre otros, el tabaco o la polución ambiental, pongamos por caso.

Por otra parte, se puede tener alergia a la naturaleza, al margen del consabido polen, por ejemplo también al frío o a los cambios del clima, como la llegada de una tormenta. En este último caso, no solo la polución puede desencadenar alergias. También un ambiente puro, cargado de iones negativos puede hacerlo.

En concreto, las cargas negativas pueden ocasionar dificultades respiratorias en personas asmáticas. O, en este mismo sentido, las lluvias purifican el aire, y ello no siempre es positivo para la salud. Entre otras posibles consecuencias, los alérgicos pueden sufrir complicaciones cuando el aire esta más frío, por lo que si además es una atmósfera contaminada resultará doblemente nocivo.

En el lado positivo, el agua hace que el polen pese más y acabe en el suelo, con lo que respiramos un aire mucho más puro que, si bien puede tener algunos efectos negativos, también estará libre de este tipo de alérgenos.

En las ciudades la polución conocida como smog es otro factor agravante de alergias. Al sumarse a en las épocas de polinización, por ejemplo, se produce una reacción química que resulta perjudicial para el organismo. Es decir, puede resultar más severa una reacción alérgica al polen en la ciudad que en plena naturaleza.

La SQM

La sensibilidad química múltiple, por su parte, es un síndrome de hipersensibilidad a sustancias sintéticas, también conocida como hipersensibilidad bioquímica. Lejos de ser una enfermedad de poca incidencia, se estima que afecta de forma importante. En concreto, se calcula que entre un 5 y un 15 por ciento de la población lo padece en mayor o menor medida.

Los agentes contaminantes pueden encontrarse tanto en interiores como en exteriores, y entre ellos pueden citarse los limpiadores domésticos, conservantes, pesticidas, gasolina, olores químicos, incluyendo los que encontramos en ambientadores y perfumes.

Tintes, pinturas, ondas electromagnéticas, disolventes son otros materiales que les resultan tóxicos de forma inmediata. Si bien son tóxicos bioacumulativos, la respuesta también puede ser más tardía, pero su sintomatología puede aparecer de forma brusca.

Puesto que es una patología descubierta recientemente, hace apenas cuatro décadas, la ciencia todavía está en mantillas, aunque es claro que se produce tras la exposición a uno o varios contaminantes, algunos de ellos ambientales. Puesto que en las alergias hay que considerar distintos elementos, resulta complicado encontrar interrelaciones entre la genética, el ambiente donde vivamos y el sistema inmunológico.

Y, sea como fuere, una ley general que nunca falla para la prevención de alergias: cuando se es alérgico, una se las soluciones más evidentes es evitar eso que nos provoca la reacción alérgica. Una solución simple, pero solo en teoría, porque podemos desconocer la causa de nuestra alergia y, por otro lado, evitar la fuente de polución puede ser de todo punto imposible. En caso contrario, lo tenemos fácil…