Invasión de especies en una exposición de arte


El artista Kris Verdonck llevó a cabo el pasado verano un proyecto que combinaba arte y ecología llamado Exote. Se trataba de transformar una de las salas de una galería belga, de nombre Z33, en un paradisíaco jardín. Así, el espacio se convertía en un exuberante edén que planteaba una reflexión sobre la creciente interferencia que los seres humanos realizamos en la naturaleza.

La instalación de arte estaba habitada por especies tanto de plantas como de animales que no eran autóctonas de Bélgica, queriendo expresar el desequilibrio biológico creado por el ser humano. Siguiendo esta idea, si la exposición se quisiera exhibir en otros países, habría que cambiar las especies utilizadas para que la obra de arte cobrara todo su sentido.

La propia idea implicaba arriesgarse a que ocurriera precisamente lo que trataba de denunciar: que alguno de los seres vivos que la componían lograra escapar de la sala y colonizase los alrededores, convirtiéndose así en una especie invasora en Bélgica. Por ello, la instalación estaba totalmente aislada del exterior y se obligaba a los visitantes a acceder vestidos con trajes especiales. De este modo, ningún animal, semilla o espora, por pequeña que fuese, podía escapar de la sala. Por otra parte, gracias a los monos blancos que se usaban para permitir visitar la exposición, se creaba una atmósfera científica y se resaltaba la importancia de cuidar la biodiversidad de cada región del planeta.

Las instalaciones de Verdonck están a menudo diseñadas para reflejar el estado actual del mundo, especialmente, sus problemas medioambientales, los desastres ecológicos y las guerras. El artista trata de recoger partes del planeta para trasladarlas, modificarlas, magnificarlas o situarlas en un lugar que no les corresponde. Explora la tensión que se produce entre las máquinas y la sociedad y entre el ser humano y la naturaleza. En última instancia, quiere exponer que el Apocalipsis se cierne constantemente sobre nuestras cabezas.

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