Así se suman las empresas a la ola verde: negocios innovadores y sostenibles

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Lo de sumarse a la ola verde no es una moda, sino una necesidad. Se nos terminan las oportunidades y, tal y como enarbolan los/as participantes en marchas como los Fridays for future, no hay planeta B.

Hace unos días Santander Corporate & Investment Banking presentó un equipo global de personas que le ayudarán a mejorar su oferta de soluciones de sostenibilidad, gobernanza y medio ambiente (que conforman las siglas ESG por los términos en inglés).

Estarán dirigidos por Steffen Kram, y pretenden avanzar hacia un modelo de negocio más sostenible que se extienda a los clientes. Y es que la intención es ayudar a quienes estén en procesos de transformación hacia objetivos ESG, tanto en la definición de objetivos mediante asesoría como con financiación.

Buena parte de la ciudadanía ve algunas iniciativas empresariales como “greenwashing”, pues se introducen programas en pomposos actos de presentación que llegan a toda la prensa sin que vaya a suponer diferencias significativas en los procesos de producción.

Al margen de pequeños cambios o meros gestos para lavar la imagen, hay quien ya captado la idea se necesita un cambio estructural en nuestro modelo de producción y consumo. Los repasamos.

Tiendas online contra el usar y tirar

Estamos en plena guerra contra el plástico, pero sigue estando por todas partes. Es un material sintético creado a base de químicos que no se degrada con facilidad, luego causa daños de enrome calado a la naturaleza.

Los productos biodegradables pueden suponer una solución al problema porque sí son sensibles a la acción biológica, y en tiendas como Biodegradable, además de vender enseres útiles, explican con todo detalle en qué consisten y qué supone el plástico para nuestro día a día.

Cierto es que la emergencia climática requiere un cambio estructural que tiene que pasar irremediablemente por un consumo menor, pero no podemos cambiar de la noche a la mañana. Mientras tanto, los envases biodegradables pueden ayudar.

Cosméticos sostenibles

Lo de la cosmética natural y sostenible se ha convertido en una bandera que todas las marcas del sector tratan de enarbolar. Algunas recurren al “greenwashing” de libro, pues emplean las etiquetas mientras siguen contribuyen a la deforestación de bosques tropicales para continuar obteniendo el denostado aceite de palma. Otras, en cambio, sí tienen un férreo compromiso con el planeta y con las personas.

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Hay marcas que fabrican productos sin parabenos, pesticidas, siliconas o ftaltatos. Otras optan por el kilómetro cero y usan solo ingredientes de proximidad, además de proponerse algo más importante: trasladar la idea de que la cosmética es para cuidarse, y no para ocultar unos supuestos defectos que el canon de belleza imperante dice que tenemos.

Es necesario saber leer las etiquetas de los productos, algo a lo que podríamos dedicarle todo un artículo. Para facilitar la tarea al consumidor se han creado los sellos ecológicos que avalan al producto como EcoCert, ICEA, Natrue, BIO Charte Cosmebio y otras. Infórmate sobre ellas antes de comprar.

Tintorerías y lavanderías ecológicas

Los establecimientos llenos de lavadoras que funcionan con monedas y que siempre hemos visto en las películas y series estadounidenses empiezan a llenar nuestras ciudades. No han estado exentas de polémica no por el modelo de negocio en sí mismo, sino por lo que puede ocultar: miles de personas viviendo en precario que apenas pueden permitirse el alquiler, menos aún una lavadora.

A pesar de ello, la idea tiene sus ventajas. Dependerá de la dotación de recursos, pero hay maquinaria que consigue minimizar el uso del agua hasta en un 20%, y empresas que usan detergentes biodegradables.

Además, no es lo mismo tener la posibilidad de lavar 10 o incluso 20 kilos de ropa de una vez que estar limitados a solo ocho.

Higiene íntima femenina

Aunque en las últimas décadas lo que ofrece el mercado para la regla son artículos de usar y tirar, los productos de higiene íntima femenina merecían un capítulo aparte. Porque quizás a la frutería puedes llevar tus propias bolsas para no generar más residuos de los necesarios, pero la compresa o el tampax son (aunque cada vez menos) imprescindibles.

Primero fueron las copas menstruales, recipientes hechos con silicona médica que se introduce en la vagina, como si de un tampón se tratase, y recoge el flujo. Puede durar muchas horas, y luego solo hay que retirar, verter el líquido al inodoro, enjuagar y volver a colocar.

Ahora estamos asistiendo a la revolución de la ropa menstrual íntima. Se usan como una braga normal, pero están hechas con un tejido técnico especial que consigue absorber el flujo. Se pueden llevar sin usar nada más, y luego se pueden lavar a máquina. Hay un elemento que analizar en profundidad más allá de la sostenibilidad, que también: la comodidad de la mujer, que hasta ahora parece no haber importado.

En definitiva, entre “greewashing” y gestos leves destacan productos innovadores que han asentado en torno a sí modelos de negocio sostenibles, tanto desde el punto de vista económico como desde el ambiental. Van de la mano.

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