Beber el agua del inodoro: una solución viable contra la sequía

Agua sanitaria
Todos conocemos cuál es la importancia del agua para el planeta y el ser humano. Sabemos que para evitar una crisis mundial del agua, además de preservar el equilibrio del ciclo hidrológico se necesita una gestión sostenible de los recursos hídricos. Sin embargo, cuando las condiciones meteorológicas o, lo que es lo mismo, el cambio climático trae una sequía extrema crónica a una zona, se necesita tomar medidas concretas para evitar racionamientos y cortes de suministro.

Entre esas medidas, son muy comunes las soluciones de reciclaje o reutilización de aguas grises, ya que muy a menudo captar agua de lluvia u otro tipo de humedad atmosférica resulta complicado, habida cuenta de la escasez de precipitaciones. Aún así, sin descartar técnicas de captación de humedad ambiental, lo cierto es que la solución estrella suele ser aquella otra.

¿Pero, en qué consiste el reciclaje de aguas grises? Básicamente, se trata de reutilizar el agua que procede de los grifos y agua sanitaria en general, una vez utilizada. De cualquier origen, incluyendo lavadoras e incluso la ducha, con excepción del inodoro, precisamente porque ésta se utiliza para cargar la cisterna.

Es decir, el agua que se usa en el resto del hogar es redirigida para almacenarse en la cisterna o en un depósito desde el que ésta va alimentándose. Se trata de una reutilización que obliga a una desinfección previa, pues se trata de un agua que puede incubar bacterias, por lo que se filtra e higieniza mediante filtros preferentemente, pues los productos químicos son perjudiciales para el medio ambiente.

Reciclar aguas residuales

¿Pero, y qué tal sería hacerlo al revés, utilizar el agua del inodoro para satisfacer las necesidades de agua potable de nuestro hogar? Lejos de ser una locura, filtrar las aguas fecales, es decir, las aguas del inodoro, es una solución viable que ya ha sido utilizada en numerosas ciudades.

En efecto, el agua del baño va a una planta depuradora donde sería tratada para luego volver a los hogares en forma de agua potable, lista para cualquier uso, como si de un agua sanitaria se tratase: beber, ducharse, hacer la colada, la vajilla, etc.

¿Que te parece asqueroso? No eres el único. Sin ir más lejos, opinan igual los habitantes de un municipio de Texas, donde ahorrar agua ha obligado a las autoridades a plantearse esta medida. Se trata de Wichita Falls, una comunidad texana de 104.000 personas, en su mayoría contrarias a beber agua procedente de este sistema de depuración, afirmando que consumirían agua embotellada antes de hacerlo. Y lo mismo ocurrió en Orange County o en distintas poblaciones de Singapur, Namibia y Australia, en estado de emergencia por falta de agua, que ya tienen el sistema en marcha.

Tuberias de saneamiento
Estos casos emplifican bien la desconfianza y rechazo de la gente, que constituye el principal obstáculo para su puesta en marcha y popularización del sistema como medida para conservar el agua. Pero, al mismo tiempo, también es cierto que con el tiempo se acaba superando ese rechazo.

Conocer el tratamiento que recibe el agua a menudo ayuda a dejar de sentir arcadas con sólo pensarlo. Además de utilizarse procedimientos de filtrado mecánico, como membranas de plástico que no dejan pasar las sustancias sólidas, hasta métodos de esterilización basados en rayos ultravioleta (UV), con el fin de acabar con compuestos orgánicos e inorgánicos perjudiciales para la salud. El resultado final es una especie de agua destilada que acaba mezclándose con el agua subterránea o fluvial para su distribución a través del sistema de suministro, por lo que a los hogares llega mezclada.

Otras opciones que dan mucha menos aprensión son desalinizar el agua, pero se trata de un sistema muy costoso o, simplemente, ahorrar infinitamente más que hasta la fecha a la hora de su utilización a nivel agrícola, industrial y ciudadano.

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