Componentes electrónicos que se disuelven en agua al acabar su vida útil


Uno de los mayores problemas ecológicos de la actualidad es qué hacer con todos los desechos electrónicos que genera nuestro modo de vida hiperconectado que posibilitan las nuevas tecnologías. Televisiones, móviles, ordenadores, equipos de sonido que se cambian por otros nuevos en apenas un par de años. Antes, todos esos desechos electrónicos se mandaban a vertederos del tercer mundo. Ahora, en principio, es ilegal. Se reutiliza lo que se puede y se recicla el resto. Pero sigue siendo un gran problema que hay que resolver.

Científicos están investigando cómo obtener materiales que sirvan como componentes electrónicos y que, al mismo tiempo, sean desechables de una forma natural, sin dañar el medio ambiente. Los residuos electrónicos contienen toxinas contaminantes para el medio ambiente. Por otra parte, algunos componentes son tan pequeños que el proceso de reciclaje es muy costoso.

Así pues, un grupo de científicos, con una visión original y diferente de la tecnología, investigan cómo fabricar productos electrónicos que se autodestruyan al llegar al final de su vida útil. Ya han presentado su primera creación: un chip que se disuelve en agua.

El primer problema que han tenido que resolver es que esa tecnología no se autodestruya antes de que acabe su ciclo de vida. Sería un caso de obsolescencia programa demasiado evidente. John Rogers, jefe del proyecto, señala que se trata de componentes electrónicos que se han diseñado específicamente para ofrecer excelentes propiedades hasta el momento en que ya no se vayan a usar. Entonces será cuando ese componente se disolverá.

Un chip hecho de seda


El revolucionario chip que han presentado, por ejemplo, se imprime en capas delgadas de seda. Cuando echa agua a la seda, ésta ​​se arruga y desaparece. El equipo ha bautizado a este nuevo tipo de componentes electrónicos como «Born To die» (nacidos para morir). Parece más un nombre para una banda de moteros, la verdad. Pero lo cierto es que ni los más cuidadosos conservan su móvil más que unos pocos años. ¿Y todos tenemos que morir algún día, no?

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