La Academia de las Ciencias de California, el museo más sostenible del mundo


La Academia de Ciencias de California es una institución científica y cultural con sede en San Francisco. Recientemente, la Academia ha abierto una nueva instalación en Golden Gate Park, que alberga un acuario, un planetario en un museo de historia natural y una selva tropical de cuatro pisos, todo bajo un mismo techo. La Academia de Ciencias de California tiene una parte que funciona como museo y también ofrece cursos y talleres. Pero, además, es quizá el museo más ecológico del mundo.

Trabajan en la Academia científicos de todo el mundo y existe un departamento de educación que ofrece servicios para estudiantes y profesores. También cuenta con una extensa biblioteca científica, con más de 26 millones de especímenes y artefactos.

El edificio de la Academia de Ciencias de California obtuvo la calificación de platino (la clasificación más alta posible) otorgada por Leadership in Energy and Environmental Design (LEED), el sistema de certificación de sostenibilidad para edificios. El compromiso con la sostenibilidad se extiende a todo el museo, desde el apoyo a la movilidad sostenible con bastidores para aparcar bicicletas y estaciones para la recarga de vehículos, hasta la energía, con una instalación bajo el suelo de refrigeración radiante hasta paneles de generación de energía solar en la parte superior del edificio.

El edificio fue diseñado como si fuera un organismo vivo e integrado en el terreno donde se ubica. Además, se han usado para su construcción las últimas innovaciones técnicas, en materiales reciclados y en diseño bioclimático.

Se podría destacar lo que han denominado «techo vivo», unos diez mil metros cuadrados sobre siete montículos de césped y flores autóctonas. Esta cubierta verde cuenta con 60.000 paneles que capturan la luz solar y con la que se reduce en un 15% el consumo de energía del edificio. Este techo favorece la entrada y salida de aire frío y caliente desde la estructura hacia afuera y viceversa, por lo que no se necesita aire acondicionado. Además, permite que el 90% de las oficinas interiores se iluminen con la luz del sol, lo que favorece la salud de sus trabajadores y ahorra en consumo eléctrico. Por último, el «techo viviente» recupera unos 13 millones de litros de agua de lluvia al año, que se usa en inodoros y para regar el jardín.

En tan sólo cinco meses desde su inauguración ha alcanzado un millón de visitantes. Merece la pena ir tanto si se es un apasionado de las ciencias como si se quiere comprobar cómo se ha diseñado un edificio sostenible.

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