Sandalias biodegradables al cien por cien


En general, se sigue prefiriendo una producción de bienes que busca mano de obra y materias primas baratas, buscando maximizar los beneficios económicos, más dinero para la empresa, que un producto sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Pero, por suerte, cada vez hay más de estos últimos.

Una empresa con sede en Estados Unidos, elabora productos con criterios ecológicos. En concreto, se han especializado en sandalias. Se llama Feel Goodz («sentirsse bien» sería su traducción). Su objetivo es elaborar productos de una forma ecológica y sostenible. Así, sus sandalias son biodegradables al cien por cien. Están fabricadas con savia de gomero, también conocido como árbol del caucho, en Tailandia.

Una buena iniciativa que, pese a todo, tiene costes ambientales. Si la materia prima se obtiene en Tailandia, la empresa se encuentra en Estados Unidos y las sandalias se venden, por ejemplo, en Latinoamérica, es inevitable que se contamine por el transporte de los productos. Aunque los productos son ecológicos y biodegradables, la huella de carbono de la empresa es considerable. Pero, para reducir en lo posible estas emisiones de dióxido de carbono han decidido importar sólo una vez por año grandes cantidades del producto (emitiendo sólo una única vez) y transportarlos por barco, un medio de transporte que emite menos CO2 que un avión.

Con la savia de los gomeros elaboran un látex plástico que confiere a las sandalias propiedades como ser cómodas y duraderas. Y recordemos que un producto duradero significa también que es ecológico, pues no hay necesidad de comprar otro en varios años y, por tanto, no se usan nuevos recursos naturales.

En Chile, se pueden comprar en el portal de descuentos ecológicos Clan Eco. Una vez usadas, se pueden arrojar al contenedor de la materia orgánica e, incluso, hacer compost. Tienen web (www.feelgoodz.cl) y fanpage en Facebook.

Además, han llevado a cabo una campaña llamada «Recycle your UnFlop» (recicla tu sandalia), en la que recogieron sandalias de plástico de otras marcas y las enviaron a Kenia, donde personas pobres las convierten en hermosas esculturas que luego se venden en tiendas de Europa.

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