Una sociedad más sostenible y respetuosa con el medio ambiente pasa por nuevos inventos y nuevas tecnologías, en definitiva, pasa por la innovación intelectual. Muchas mentes pensantes en todo el mundo bullen dándole vueltas a la mejor forma de hacer este mundo más ecológico. Inventores, científicos, creadores que se plantean su trabajo desde un punto de vista sostenible y medioambientalmente responsable.
Y cada vez son más, ya que, según los últimos datos, las patentes verdes crecen en todo el mundo a un ritmo muy superior al conjunto de patentes solicitadas. En concreto, las patentes verdes (simplificando, ideas, mecanismos, inventos, tecnologías, etc., que, con suerte, en un futuro, se apliquen en la práctica) han aumentado un 110% frente al 20% del total de todo tipo de patentes.
En el caso concreto de España, que se ha caracterizado por una fuerte apuesta por el sector de las energías renovables, ha repercutido positivamente en llegar a convertirse en un líder mundial (y, por ende, también europeo) en este tipo de patentes. Así, España se sitúa entre los seis primeros países del mundo y entre los tres primeros países europeos en patentes verdes, sólo después de Alemania, Austria, Estados Unidos, Japón y Corea de Sur.
Hay que señalar que ser líderes en patentes no significa ser líderes también en innovación práctica, en inventos o en una economía verde, aunque sería lo deseable. Las patentes, para que finalmente se desarrollen, deben ser fácilmente aplicables desde el punto de vista tecnológico y, sobre todo, económico. Nadie va a perder dinero por muy ingenioso que sea el invento.
La energía solar y la eólica, con un 50 y un 30%, respectivamente, lideran la petición de patentes verdes en España. Por comunidades autónomas y en el sector de la energía eólica, Madrid lidera este campo con un 19,8%, a la que siguen Cataluña con un 15,5%, el País Vasco también con un 15,5% y Navarra con un 14,4%.
Ahora sólo falta que este buen dato en patentes verdes y, en especial, en las que se refieren a las energías renovables, se traduzca en aplicaciones prácticas que animen a toda la población a un uso generalizado. Y, más allá, conseguir entre todos una mejora del medio ambiente y lograr detener el cambio climático.