Oleoturismo, mejor si es ecológico

Aceite y olivas
El Mediterráneo no solo atrae a un turismo de playa. Tierra adentro, las costas que baña este mar legendario también tienen una oferta de interior relacionada con algo muy distinto.

No es turismo de montaña, ni tampoco rural, sino una suerte de propuesta relacionada con la agricultura del olivo, dedicada a obtener el oro líquido más preciado, alimento clave en la saludable dieta mediterránea.

Aunque no es exclusivo de las zonas mediterráneas. Allí donde haya olivares puede prender la mecha del oleoturismo. Si bien dentro de España está desarrollándose sobre todo en tierras andaluzas, también lo hay en Cataluña, Aragón, la Rioja, Castilla León y Castilla La Mancha.

Qué es el oleoturismo

El oleoturismo es el término que engloba a este tipo de turismo, de nueva aparición. Básicamente, consiste en un tipo de turismo que surge y gira en torno al olivar y al aceite de oliva. Abarca un sinfín de actividades de tipo turístico relacionadas con el aceite, las aceitunas y los olivos. Y, sin duda, van más allá de las simples catas.

Su potencial para generar riqueza local es uno de sus principales atractivos dentro de un contexto de economía sostenible. Por un lado, el oleoturismo ha impulsado la recuperación de antiguas haciendas, almazaras y molinos que son hoy museos o lugares con mucho encanto donde hospedarse.

Aparte de suponer más beneficios para las empresas que se dedican a cultivar, elaborar, envasar y comercializar el aceite de oliva, fomenta el turismo gastronómico, cultural y de relax durante todo el año.

De este modo, se ayuda al pequeño comercio local (venta de souvenirs, de alimentos, cosméticos…) y las visitas llegan durante todo el año, sin concentrarse en la época estival. ¿Pero, qué hay de la agricultura ecológica?

Oleoturismo ecológico

De hecho, no se trata de un turismo de sol y playa sino de un reclamo alternativo que se mueve alrededor de la producción de aceite de oliva como tradición milenaria. Por ejemplo, incluye desde la cata de aceites vírgenes hasta la visita a una almazara tradicional para ver cómo se realizaba el prensado en frío hace un siglo y actualmente.

Además del deleite culinario y de un relax en el que el aceite es un producto esencial, el oleoturismo se complementa con el turismo de naturaleza. No solo en lo que respecta al senderismo y descubrimiento de nuevos paisajes en los que los olivos tienen el protagonismo. También se enfoca como parte de una oferta ecológica, que consiste en descubrir los espacios naturales. El olivo actúa de puente entre el origen del producto y su comercialización final.

El ciclo de vida del producto, sin embargo, no siempre es todo lo verde que debiera. Salvo en el caso de los cultivos ecológicos que luego se completan con una producción también bio. Con ello, se minimiza el impacto ambiental y la toxicidad el producto.

Almazara
El oleoturismo en este entorno constituye una verdadera lección de sabiduría de la naturaleza. Además, al menos idealmente, constituye una oferta que actuaría como motor de ofertas ecológicas en hoteles y otras opciones de hospedaje, restaurantes, tratamientos anti estrés con productos y packaging bio…

Incluso el mismo desplazamiento de los viajeros podría enfocarse a la movilidad sostenible para llegar al punto de destino y luego también para desplazarse luego por la zona. No en vano, el estilo de vida eco-amigable lo abarca todo.

Con mayor motivo, por lo tanto, el oleoturismo ecológico también es una manera de promocionar la agricultura orgánica y los beneficios de lo ecológico para la salud y el entorno. Y es que esa vuelta a lo natural, a conocer el producto a pie de campo, acudiendo a degustarlo en su lugar de producción, pide un cultivo y tratamiento de la materia prima libre de químicos. Así, mucho mejor.

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