Refugio en plena naturaleza para pasar la vejez

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Es lujoso y a la vez sostenible. En este post nos fijamos en lo segundo, así como en su magia gracias a su ubicación y concepto. Aunque se trata de una arquitectura cara por diseño y materiales, incluye una serie de características que nos permiten hablar de otros lujos.

Esos lujos que realmente valen la pena, aquellos que se relacionan con un lugar privilegiado, de auténtico ensueño, en medio de la naturaleza. Sobre todo, resulta especialmente bonito cuando además forma parte de la planificación vital de dos ancianas, como ocurre en este caso.

Un refugio con aire indígena

Diseñado por el arquitecto japonés Issei Suma, un artista de la innovación, en esta ocasión sin embargo las reminiscencias son de antaño. Basta con echar un vistazo a la composición para darse cuenta de que la estructura se asemeja a unas chozas o tiendas de campaña.

Pero esto no es todo, porque además este complejo, bautizado con el nombre de «Jikka», comprende cinco chozas unidas entre sí. Al tiempo, son independientes, puesto que el conjunto residencial está planteado tanto para guardar la privacidad como para compartir entorno y espacios interiores, entre otros la cocina y el comedor o la piscina.

Su concepción obedece al uso que va a dársele. Se trata de un encargo realizado por sus futuras moradoras, dos ancianas que van a vivir en él o quizás ya estén haciéndolo. Buscaban un lugar donde vivir en comunión con la naturaleza, ese lugar ideal para el retiro.

El complejo está hecho con madera certificada sobre estructuras de hormigón y madera, prescindiéndose de todo adorno superfluo. Además, su interior recibe mucha luz natural.

Está ubicado en una zona rural montañosa de la prefectura de Shizuoka de Japón y se ha pensado en todo, ya que se reciben alimentos de forma regular, al tiempo que tienen servicio de enfermería en caso de discapacidad.

La interpretación que ha hecho Issei Summa es realmente inspiradora. Sobre todo, buscaba crear un lugar único, un auténtico tesoro que permitiese vivir ese retiro en medio de la naturaleza, sin renunciar a las comodidades que pueda ofrecer una residencia para la tercera edad.

El resultado es hermoso, pero hay que reconocer que también tiene toda la pinta de ser prohibitivo. Sin embargo, plantea una serie de cuestiones realmente valiosas, como la importancia de plantearse los últimos años de vida de otro modo.

Sin resignaciones ni mirando hacia el final de la vida como algo paralizante, sino viviendo cada instante con intensidad. Es más, se ha planificado pensando en una vida activa, dejando un espacio para llevar a cabo actividades. Si olvidar posibles vicisitudes propias de la edad, por lo que todo el complejo permite su acceso con silla de ruedas.

Este planteamiento de acercarse a la naturaleza en la vejez casa de forma idónea con el término de «jubilación», pues ese celebrar la vida tiene mucho que ver la simplicidad y el minimalismo, así como con acercarse a la esencia de las cosas. A ese vibrar que la naturaleza nos regala a manos llenas, al tiempo que transmite esa sensación de paz y tranquilidad tan positiva para conseguir calidad de vida.

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Por último, su sabor lúdico resulta encantador. No en vano, la juventud se lleva en el alma, y este tipo de proyectos son una brisa de aire fresco que dan ideas estupendas.

O, al menos, nos ayudan a soñar despiertos. Sea como fuere, no deja de ser un proyecto llamativo que ofrece un sinfín de posibilidades dentro de la arquitectura creativa, idealmente empleando materiales sostenibles. Puestos a pedir, también sería estupendo un enfoque bioclimático, así como buscar un mínimo impacto paisajístico.

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