¿Son tóxicos los restos de pesticidas en los alimentos?

Mujer mira manzana con desconfianza
Insecticidas, herbicidas, fungicidas… Son compuestos químicos que actúan como pesticidas o plaguicidas de composición sintética, dotados de propiedades toxicológicas sobre los que la ciencia no se cansa de alertar.

Básicamente, son peligrosos porque estar expuestos a ellos podría ser el origen de cánceres, perturbaciones del sistema hormonal y problemas de reproducción, entre otras muchas patologías. Sin embargo, llegan hasta nuestro plato porque, sencillamente, se utilizan de forma sistemática y legal.

El peligro de los plaguicidas

No todos los pesticidas están permitidos, es cierto. La legalidad va muy por detrás de los resultados de los estudios, y en innumerables casos ni siquiera responde a ellos. Es más, la casuística es muy variable, y lo que en un país pueda estar prohibido muy a menudo no lo está en otros. Es el caso del DDT, el hexaclorobenceno y el lindano que, pese a estar prohibidos, siguen utilizándose.

Salvo si optamos por lo bio o cruzamos los dedos para tener suerte, poco podemos hacer para evitarlos. Entre otras cosas, porque a pesar de estar prohibidos todavía se encuentran en el medio ambiente y entran a formar parte de la cadena alimentaria. Eso sí, aunque en la práctica no es fácil, estando atentos a las recomendaciones de los expertos podemos tomar nuestras propias decisiones, pues como consumidores tenemos la última palabra.

¿Y los plaguicidas legales, por qué no están prohibidos? ¿Acaso las leyes no nos protegen de los tóxicos alimentarios? Y, yendo a la pregunta que titula el post: ¿Son perjudiciales los restos de pesticidas que encontramos en frutas y verduras?

En realidad, tanto estas preguntas como sus respuestas son interrogantes. Veamos por qué el uso de estos compuestos utilizados para matar, repeler, atraer, regular o impedir el crecimiento de las plagas es tan peligroso, y también polémico.

Lo que dice la ciencia

Las explicaciones que puedan darnos los legisladores nos deben interesar bien poco. Sobre todo, porque tenemos que acudir a la fuente de información original, y ésta no es otra que la ciencia.

Los expertos son, cómo no, toda la comunidad científica, desde un enfoque multidisciplinar. Es decir, cualquier aportación que haga luz al respecto de una manera rigurosa es clave para tomar decisiones sobre el riesgo que puede suponer la ingesta de restos de pesticidas en los alimentos.

Así las cosas, el problema es distinguir cuáles son esas investigaciones independientes, que no obedecen a intereses creados. Cuando hay dudas, una manera muy sencilla consiste en indagar un poquito en la red sobre los distintos laboratorios.

En algunos casos es evidente que se trata de una información sesgada, como ocurre cuando los laboratorios de multinacionales afirman que un determinado pesticida no es peligroso para la salud o lo hace alguna organización que ha encargado un estudio con unos determinados fines.

Por lo demás, los estudios confiables abordan el siempre tan controvertido límite de seguridad. Aunque la ciencia se pregunta una y mil veces si realmente es nocivo, y lo hace desde un sinfín de enfoques, las autoridades dan una única versión. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, a largo plazo, la exposición a residuos de pesticidas en alimentos no representa un riesgo para la salud.

Se trata de un claro ejemplo de declaración institucional, que puede extrapolarse a cualquier otro ámbito gubernativo. Lo que marcan las leyes es lo que se sostiene, sin matices. La versión oficial, lo que se permite y está considerado seguro dentro de determinadas dosis y otros factores. O, al contrario, engloba también aquello que está prohibido por motivos de seguridad alimentaria.

Informarse para decidir

Como consumidores, la decisión es nuestra. A la hora de decidir, si nos fiamos de la normativa, tenemos que saber que muchos estudios no han podido llegar a pruebas concluyentes que supongan una evidencia, pero sí establecen claras asociaciones entre estos químicos y numerosas enfermedades de distinta gravedad.

Otras, por ejemplo, lo hacen con ratones, y se está en vías de investigar sus efectos con humanos. Mientras, las leyes siguen siendo permisivas cuando realmente no pueden garantizarnos nada. A su vez, el cóctel de químicos está muy poco estudiado, y la ciencia advierte que sus consecuencias pueden ser devastadoras para el organismo, con efectos bioacumulativos.

Tampoco pasemos por alto que son muchos los expertos, reputados profesionales de renombre internacional, que advierten del riesgo de los pesticidas y otros tóxicos permitidos, como el BPA, pongamos por caso. Estar informados es clave.

Tractor trata campo con plaguicida
Los niveles de toxicidad, por otra parte, varían en función del tipo de cultivo y de cómo lo consumamos. Estar informados al respecto también puede hacer una gran diferencia. Nos ayudará a elegir aquellas frutas y verduras o cereales con menos concentración y a combinar éstos con alimentos bio para evitar ese problema en aquellas de mayor riesgo, como las manzanas, las fresas o los melocotones.

Por otra parte, aunque los plaguicidas sistémicos alcanzan a la totalidad de la planta o fruto, eliminar la piel de los vegetales es una manera de reducir su ingestión.

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