La decoración navideña luce su atractivo a través de colores, formas y adornos que no solo se integran en el interior de los hogares, sino también en escaparates, locales comerciales y calles. Especialmente, en las zonas más céntricas de las ciudades. Pues bien, esta tendencia también produce consecuencias a través de la contaminación lumínica que genera.
Qué es la contaminación lumínica
Diferentes fuentes de luz artificial contrastan en la actualidad con la propia oscuridad que surge de forma natural cuando anochece. Sin embargo, en ese contexto temporal, hay una evidente claridad a través de numerosos elementos a los que en el escenario navideño se suman los adornos más típicos de este tiempo. La contaminación lumínica transforma la relación que el ser humano tiene con la naturaleza y con el entorno. Por ejemplo, es muy difícil encontrar zonas que cuenten con las condiciones necesarias para contemplar la belleza del cielo estrellado.
El impacto de la contaminación lumínica en la flora y la fauna
Sin embargo, conviene señalar que el tema analizado no solo impacta en el propio ser humano, sino también en la flora y la fauna. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que los adornos navideños, y las condiciones de luz que generan, modifican el contexto en el que transcurre la rutina habitual de muchos animales. Además, la celebración de la Navidad puede llegar a adelantarse al mes de noviembre en su perspectiva más comercial. Por ello, esta forma de contaminación lumínica se prolonga durante varias semanas.
El impacto de la contaminación lumínica en la salud de las personas
El exceso de iluminación artificial en las calles durante la Navidad prolonga la claridad que caracteriza al día (y la oscuridad de la noche pasa desapercibida). En consecuencia, es un factor que puede alterar el descanso y el ritmo de sueño. Y esta circunstancia, a su vez, produce cansancio y malestar anímico en algunas personas.