Calor humano para la calefacción


Fuentes de energía, hay muchas. Contaminantes, como el petróleo o el carbón; peligrosas, como la energía nuclear; renovables y limpias, como la eólica o la solar; diferentes tipos de biomasa, desde la leña hasta huesos de aceituna, pasando por desechos de arroz, las microalgas o cardos. Pero parece que no estamos olvidando de una fuente de energía que siempre tendremos con nosotros, natural, limpia y renovable: el propio ser humano.

El calor humano puede ser una fuente de energía, siempre y cuando se sepa cómo canalizar, cómo distribuir. No hay que pensar más que en una habitación llena de gente o en un vagón de metro a rebosar. Por la estación central de Estocolmo pasan cada día más de doscientas cincuenta mil personas. El calor que genera toda esa gente es más del que el edificio necesita. Y estamos hablando de Suecia, que no es un país precisamente cálido.

La idea es, claro, usar todo el calor que genera la gente que pasa a lo largo del día por la estación central de metro para calentar un edificio que se ubica justo enfrente. Se calcula que se puede ahorrar un 25% en la energía que se usa para calentar ese edificio.

La idea se basa en comunicar edificios y combinar de una manera eficiente la energía que se producen en algunos a ciertas horas del día (como puede ser la hora punta en el metro) con la necesidad de calor que requieren otros espacios.

El novedoso sistema recoge el calor mediante unos extractores y lo usa para calentar el agua que se bombea a las tuberías de la calefacción. En realidad, lo que se hace habitualmente. Lo único que cambia es la fuente de energía. El sistema estará en fase de pruebas. Comenzará a funcionar a finales de este 2011.

El responsable del proyecto reconoce que el sistema ya se ha usado anteriormente, sólo que ahora van a distribuir la energía en otro edificio. En realidad, una vez más volvemos a ideas que se han estado usando de manera tradicional en muchas partes del mundo. En las regiones montañosas, por ejemplo, el establo se situaba en la planta baja para que el calor que desprendían los animales subiera a la planta de arriba y calentara las habitaciones donde dormía la gente. Eficiencia energética tradicional. Nunca antes fue tan importante el calor humano. Más aún en un frío país como Suecia.

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