Las luces de Navidad se usan sólo en esa fecha, en Navidad. Un consumo absurdo. Algunas personas las guardan en una caja hasta el siguiente año, pero muchos otros las tiran después de las entrañables fechas. En Estados Unidos, millones de luces de Navidad se tiran a la basura en enero.
Pero lo que se desaprovecha en un lugar del mundo, se aprovecha en otro. En este caso en China, donde recogen esas luces y las reciclan para producir nuevos productos. En la empresa Yong Chang Processing, ubicada en la ciudad china de Shijiao, miles de bombillas de colores son recicladas, separando los componentes plásticos.
La región de Shijiao se ha hecho mundialmente famosa por este reciclaje de luces de Navidad. Procesan toneladas de desechos electrónicos cada año en las nueve plantas que se encuentran en la zona. El proceso no es complicado. Quizá lo más difícil sea desenredar todos esos cables.
Después, las luces se trituran y se mezclan con agua para separar el cobre y el latón de las envolturas exteriores de plástico y vidrio. Una cinta transportadora sacude los elementos para separarlos y cada componente se deposita en el recipiente adecuado. Las aguas residuales no se desechan al medio ambiente, sino que se bombea a través de un sistema de reciclaje y se usa una y otra vez.
El bronce y el cobre se venden a una refinería cercana. El plástico recuperado se vende a empresas que compran grandes volúmenes de plástico para fabricar suelas de zapatos de goma y otros productos.
Lo extraño es que no existan este tipo de plantas en Estados Unidos, donde el consumo de luces de Navidad es enorme. Pero, el proceso de reciclaje, aunque sencillo, también es laborioso y caro, y quizá no compense desde un punto de vista económico. Estadounidenses que consumen y chinos que reutilizan. Es la economía global. También en materia de medio ambiente.
Quizá, las próximas navidades, unas zapatillas envueltas en papel de regalo lleven una suela de plástico reciclado proveniente de las luces de Navidad que se tiraron al año anterior.