Francia y Gran Bretaña prohibirán la venta de coches de gasolina y diésel desde 2040

Londres trafico
Francia fue el primer país europeo en anunciarlo. Fue hace menos de un mes, cuando Nicolas Hulot, responsable de la cartera de medio ambiente del país galo, anunció que para el año 2040 no se venderán vehículos ni de diésel y de gasolina. Un paso adelante en el objetivo de conseguir un país neutro en carbono que, ahora, emula Reino Unido.

En Francia, solo se podrán comprar coches eléctricos o híbridos, anunció Hulot, en un contexto de decidida apuesta por los avances a nivel ambiental. No en vano, las medidas revolucionarias en este área que llegaron con las primeras políticas de Macron ocuparon titulares en medio mundo, y siguen haciéndolo.

Adiós a los coches convencionales

El anuncio de Reino Unido ha corrido a cargo del Ministro del ramo, Michael Gove, haciendo hincapié en cuestiones de salud pública y relativas al entorno. Así lo declaró en un programa de radio de la BBC:

No podemos seguir utilizando automóviles de gasolina o diésel. No sólo por los problemas de salud que plantean, sino también porque sus emisiones significan una aceleración del cambio climático, dañan nuestro planeta y a las generaciones futuras.

Tanto en uno como en otro país se circunscribe la medida a la venta. Es decir, la circulación es cuestión aparte, lo cual no significa que no haya restricciones en determinadas áreas, como ya ocurre en París, por ejemplo.

El contexto en el que se producen estas medidas es doble. Por un lado, tenemos el Acuerdo climático de París de fondo, como un acicate que impulsa a los países punteros en cuestiones ambientales a dar pasos buscando crear tendencia a nivel regional o, aún mejor, global. Aunque la India se ha adelantado a estos «pretendidos» pioneros, anunciando anteriormante que de aquí a 2030 haría lo propio con los motores convencionales.

Básicamente, se trata de cumplir los compromisos adquiridos en el mencionado acuerdo. A su vez, se trabaja en favor de la salud pública, al tiempo que se intenta dar un mensaje claro de rechazo a la decisión adoptada por Estados Unidos de abandonar el acuerdo parisino, un hito histórico en el que se tienen depositadas todas las esperanzas de combatir el cambio climático de forma efectiva.

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