Utilidad cosmética de las pieles de vegetales bio

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Los alimentos bio suelen tener un precio especialmente elevado, por lo que cualquier idea que nos ayude a aprovecharlos al máximo tiene su interés. En este caso nos centramos en las pieles de frutas y verduras que o bien no se utilizan por cuestión de gustos o porque sencillamente no procede hacerlo por cualquier motivo, ya sea en función de la receta u otras razones.

También hay partes del fruto o plantas que no se utilizan, ya sea por que no tenemos costumbre o bien por no disponer del tiempo suficiente como para hacer una sopa casera u otros platos tradicionales. Sea como fuere, tanto las pieles de una banana, naranja o patata como las hojas de la cebolla fresca, por ejemplo, pueden convertirse en una valiosa materia prima.

Mil y una posibilidades

La cosmética natural casera, en efecto, puede resultar la mar de económica y natural gracias a estos restos orgánicos que de otro modo acaban en la basura o, con suerte, en la pila de compostaje.

¿Pero, cómo aprovecharlo? En la práctica, el problema puede venir tanto de nuestra inexperiencia a la hora de convertir productos naturales en mascarillas o cataplasmas de tipo cosmético como por la falta de información sobre unos u otros vegetales.

Sobre la primera cuestión, básicamente podemos triturarla a distintos niveles o aplicar la piel tal cual, eso sí, después de lavarla concienzudamente, por ejemplo sumergiéndolas en agua a la que habremos añadido un chorrito de vinagre.

Recordemos aquí que aún siendo alimentos bio, no por ello están limpios. Ni siquiera tenemos la certeza de que estén libres de pesticidas y fertilizantes químicos. Por último, si las aplicamos tal cual, hacer unos pequeños cortes previos nos ayudará a conseguir más efectividad al aplicarla sobre nuestra piel y en algunos casos, como ocurre con las pieles de manzana, por ejemplo, es posible secarlas y usarlas luego para hacer aguas tonificantes.

Por su parte, la información es fundamental para encontrar usos a las distintas pieles, teniendo en cuenta que muchas veces se pelan de forma que incluyen parte de la pulpa. Es poca, pero para hacernos una pequeña mascarilla que sea efectiva en el cutis o cuerpo, con la ventaja de que en ocasiones solo nos interesa aplicarlo de forma puntual, en una pequeña zona.

Entre otros fines, por ejemplo, para aclarar la piel (eliminar o reducir manchas producidas por el sol), para nutrir aquella parte de la piel que esté más seca, como ocurre en talones, codos o en las pieles mixtas, salvando la T (frente, nariz y mentón) y centrándonos en el resto, de tipo normal o incluso seco.

Asimismo, aprovechar ese pepino o esa banana o limón bio no solo para comer sino para usos cosméticos puede ser realmente económico. Simplemente, hemos de apartar una pequeña cantidad, sin más complicaciones, y usarla al momento o al cabo de un rato, aprovechando su frescura.

Y lo mismo cabe decir del aceite de oliva, los huevos o yogures ecológicos, productos que tenemos fácilmente en casa. Justo antes de consumirlos apartamos una pequeña cantidad, pues también en estos casos con una mínima porción serán de gran utilidad para aplicar directamente.

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Si en el caso de las frutas y verduras nos pueden servir para hacernos una mascarilla o aplicarnos unas finas rodajas sobre los ojos (pepinos o manzanas, por ejemplo), igualmente pueden mezclarse con yogur, un poco de huevo o unas gotas de aceite.

Las posibilidades son casi infinitas. Desde una aplicación tal cual hasta una combinación con otros ingredientes, idealmente bio, hasta poder añadirlos a cremas o champús, pongamos por caso. La clave, en estos casos, está en no jugar con ingredientes que puedan suponer algún riesgo, tanto por sí mismos como a la hora de mezclarlos, así como informarnos acerca de sus propiedades para aprovechar sus posibilidades en función de nuestro tipo de piel y necesidades.

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