Glifosato: grave amenaza para la salud, según un informe

Herbicida-glifosato
Sabíamos que el glifosato, el herbicida más vendido y utilizado del mundo, es un «probable cancerígeno», pero su venta sigue estando permitida en un sinfín de países.

Eso sí, podemos ver la botella medio llena, y afirmar que ya hay algunos países que están empezando a prohibirlo, del mismo modo que el activismo científico se dedica a difundir las razones por las que resulta tan perjudicial para la salud y el entorno.

Serios problemas de salud

En este caso se trata de un nuevo informe llevado a cabo por Pesticide Action Network (PAN) International, traducido al español por Ecologistas en Acción, donde se mencionan una serie de efectos perjudiciales que atentan seriamente contra nuestra salud.

Entre otros problemas de salud, el glifosato puede provocar intoxicación aguda, daños en el intestino, el hígado o los riñones, así como trastornos endocrinos, infertilidad o, por ejemplo, daños en el feto y neurológicos.

El estudio, difundido por la ONG ambientalista, se basa en la recopilación de información científica sobre sus efectos contra la salud y el medio ambiente, subrayando el drama que supone la falta de actuación a nivel legislativo.

También se subraya la necesidad de alertar sobre sus efectos a los agentes implicados, desde los reguladores a los gobiernos y ciudadanos. El hecho de que las advertencias científicas no hayan podido con la sensación general de que se trata de un producto seguro es preocupante.

Urge buscar alternativas

En concreto, el glifosato se comercializa bajo la marca Roundup, producida por la multinacional Monsanto y su utilidad se refiere a su eficacia en el bloqueo de la producción de aminoácidos esenciales en las plantas a través de la ruta del sikimato.

A pesar de su efectividad, los efectos secundarios no deseados son tremendamente nocivos, apuntan. De este modo, se hace necesario buscar alternativas a la par saludables y sostenibles.

En el documento se plantean algunas de ellas para una gestión de la maleza que no tenga que recurrir a los productos químicos, necesariamente. Asimismo, se recuerda que el producto es bioacumulativo, lo que significa que aun sin aplicarlo en lo sucesivo puede permanecer en el suelo durante tres años.

Por lo general, el glifosato se utiliza como herbicida en agricultura industrial y también en pequeños huertos o espacios públicos, entre otros carreteras, jardines o parques. También se puede usar como desecante antes de la cosecha, con un uso intensivo en cultivos transgénicos de remolacha, soja o maíz, por ejemplo.

Cuando se rocían quedan restos en los alimentos, pudiendo contaminar también el agua en estado natural y en parques o jardines se aplica sobre las hierbas, ocasionando problemas a personas y mascotas, además de afectar al entorno, incluyendo flora y fauna autóctonas.

Glifosato
El informe también refiere su hallazgo en el agua potable, en la orina e incluso en la leche materna de personas de lugares muy distantes del planeta. Es decir, se trata de un problema global y precisamente por ello se necesitan soluciones también conjuntas, que ayuden a solucionar el problema en todo el mundo.

En cuanto a los daños ambientales, el informe destaca los efectos perjudiciales que tiene en los ecosistemas. No solo empobrece la biodiversidad, sino que también afecta a la fertilidad del suelo y de los cultivos.

Por último, el informe recuerda, con fines disuasores, que la Organización Mundial de la Salud lo considera un producto «probablemente cancerígeno» y la Red de Acción en Plaguicidas (PAN: Pesticide Action Network) lo incluye en la lista de plaguicidas de alta peligrosidad.

En la Unión Europea sigue permitiéndose. Tras la renovación del permiso para su uso en junio pasado, la Comisión Europea (CE) está a la espera de que la Agencia Europea de Químicos se pronuncie.

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