Peligros de los alimentos transgénicos

Los alimentos genéticamente modificados pueden implicar riesgos para la salud, pues su misma alteración genética conlleva peligros inéditos, como la generación de toxinas y alérgenos o, entre otros, la posibilidad de interacciones entre los mismos alimentos y también con respecto a medicamentos. Además, la transgenia atenta contra el medio ambiente.

¿Pero, qué es la modificación genética? Si bien la cría selectiva que realizan sistemáticamente la agricultura y la ganadería supone una modificación genética a largo plazo o, si se quiere, un control genético, en este caso nos referimos a la producción de semillas en laboratorio mediante un diseño preciso que busca un fin determinado.

El resultado es una alteración de su ADN creada a partir de la biotecnología, con el objetivo de dotarlo de alguna característica de la que carece para hacerla más resistente, productivo o, por ejemplo, más nutritivo.

Escasa información

Puesto que los alimentos genéticamente modificados son nuevos, no han estado consumiéndose el tiempo suficiente como para poderse realizar investigaciones y pruebas exhaustivas, por lo que se tiene muy poca información sobre sus posibles riesgos. De este modo, el supuesto de que pueden equipararse a las plantas no modificadas es sencillamente algo que no se ha demostrado.

Esa incógnita significa que no se puede descartar que la modificación genética pueda tener un efecto dramático sobre la salud de las personas y de los animales, con el agravante de que además muchos de ellos forman parte de nuestra cadena alimentaria. Incluso podrían tener un efecto sobre la genética de las personas, si bien los estudios todavía no ofrecen resultados concluyentes, si bien algunos resultan inquietantes.

Numerosos estudios, sin embargo, sí han constatado efectos negativos, como la aparición de alergias hasta ahora desconocidas, resistencia a antibióticos por parte de algunas bacterias, aumento de estrógenos, posible influencia en la fertilidad o mayor contenido en grasa. Este último efecto se observó cuando se alimentó a las vacas con soja transgénica, con el resultado de que la leche tenía más porcentaje de grasa.

Igualmente, las semillas transgénicas pueden implicar riesgos de toxicidad y alérgenos que desconocemos, pero quizá el mayor peligro es esa incertidumbre, ese desconocido efecto genético en los humanos.

Riesgos ambientales

Los cultivos transgénicos diseñados para mejorar la resistencia a los herbidcidas pueden acabar provocando un efecto rebote, pues esa misma resistencia puede extenderse a la maleza y acabar exigiendo un uso todavía mayor de pesticidas.

Los cultivos transgénicos también afectan al medio ambiente por la pérdida de biodiversidad que ocasiona la sustitución de variedades tradicionales por la semilla genéticamente modificada. Con el paso del tiempo, se impone lo transgénico y acaba siendo un cultivo uniforme que gana popularidad a pasos agigantados en todo el planeta.

Por último, esta uniformidad suele ir aparejada a una demanda importante que va en menoscabo de la agricultura ecológica. Frente a ésta, la agricultura intensiva que utiliza semillas transgénicas se caracteriza por producir a bajo precio, haciendo difícil, si no imposible que el cultivo orgánico tenga posibilidad de competir en el mercado.

La obtención de alimentos transgénicos encuentra numerosos (y poderosos) defensores que apuestan por ella por su capacidad de acabar con el hambre en el mundo y satisfacer el reto de la superpoblación y los problemas de abastecimiento que traerá el avance del cambio climático. Por otra parte, quienes están en contra argumentan que se trata de una solución que en realidad no lo es, pues conlleva un peligro excesivo.

Por lo pronto, las grandes multinacionales están impulsando la opción transgénica en todo el mundo, ampliando la modificación genética también a los productos cárnicos. Pese a la falta de evidencias que permitan garantizar un mínimo de seguridad, su avance parece imparable. Sólo el tiempo tiene la última palabra, aunque cuando hable podría ser ya demasiado tarde.