Trastorno Afectivo Estacional: cuando la Naturaleza nos deprime

Depresion afectivo estacional¿Acaso un paisaje melancólico o todo lo contrario, alegre y luminoso, una determinada climatología o una estación del año pueden deprimirnos sin que sepamos por qué? Así es, y no se trata de algo insólito ni que dependa de nuestra voluntad. El fenómeno tiene nombre: trastorno afectivo estacional, y hace referencia a la tristeza que experimentan algunas personas durante los meses de más frío, sobre todo en otoño e invierno y, aunque sea menos usual, también con la llegada del buen tiempo.

La bajada de las temperaturas suele asociarse a una reclusión en el hogar o en espacios interiores, lo que causa a su vez una serie de consecuencias en cadena, que fácilmente acaban provocando un efecto dominó. Tras una disminución de la exposición a la luz solar que provoca ansiedad, tristeza, irritabilidad, apatía y una tendencia al aislamiento social.

La persona se siente más cansada, sin ganas de nada y tiene dificultades para llevar un ritmo de vida normal. Además, le cuesta seguir rutinas y dichos desórdenes pueden provocar a su vez otros efectos negativos como el aumento de peso e incluso pensamientos suicidas. A su vez, este estado anímico forma una espiral de negatividad que dificulta el poder reaccionar para revertir la situación.

Más habitual en lugares fríos

Estos síntomas se produce de forma cíclica, en especial con la llegada del otoño e invierno, pues se trata de un trastorno relacionado con la producción de la melatonina, una hormona que provoca somnolencia y se produce en mayores cantidades cuando los días son más cortos y hay menos luminosidad.

Mientras algunos estudios han encontrado que se registran más casos en los países más alejados del ecuador, también resulta significativo que el trastorno también se conozca como depresión invernal y, de hecho, los tratamientos de fototerapia suelen ser efectivos en un buen porcentaje de casos.

También en verano

En contra de lo que suele creerse, el trastorno afectivo estacional puede llegar en verano. Aunque parezca un tanto contradictorio, la llegada de las buenas temperaturas en realidad igualmente supone un cambio que el organismo puede acusar de esta forma.

El trastorno afectivo estacionalSin embargo, se trata de un fenómeno muy poco usual, que afecta a menos del uno por ciento de la población, aunque en los últimos años se ha constatado el aumento de casos, una tendencia que corre paralela al incremento de las temperaturas medias asociadas con el cambio climático. Por lo tanto, al preverse más eventos extremos conforme avance al cambio climático en las próximas décadas, en el futuro quizá afecte a una mayor proporción de personas.

Tanto en invierno como en verano, adelantar o atrasar las horas para aprovechar más la luz natural puede resultar un grave problema para determinadas personas, ya que en ambos casos sufren cambios de rutina relacionados con la luz solar que afecta a sus organismos. Otras causas son la humedad o el excesivo calor.

El malestar que provocan elementos que la población suele considerar positivos, como la luz y buen tiempo ha hecho que el trastorno afectivo estacional propio del verano sea más difícil de diagnosticar y, por lo tanto, también se trata mucho menos.

Del mismo modo, tanto en un caso como en el otro los síntomas pueden confundirse con una añoranza por tiempos pasados que fueron felices y se compartieron en entornos naturales como la playa o el campo, llevando a la confusión a quien lo padece.

Frente a estos trastornos, el contacto con la Naturaleza en cualquier momento del año es fuente de vida para la mayoría de la población. Tanto los espacios naturales silvestres como las zonas verdes de las ciudades proporcionan calidad de vida y evasión

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