Agua del Ártico a 94 euros la botella: ¿un lujo o un daño ambiental?

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Aquí el dilema no es si beber agua del grifo o agua mineral, sino de convertirla en un producto de auténtico lujo, y no solo para el bolsillo, sino también para el planeta. Aquí la salud no se ve afectada, puesto que se envasan en cristal y se trata de un agua realmente pura, proveniente ni más ni menos que de los glaciares del Ártico.

¿El problema? Los problemas surgen porque el consumo pueda estar provocando daños ambientales importantes. Tanto en cuanto a la huella de carbono generada, puesto que proceden del polo norte, como por lo que supone la explotación industrial de dicha zona, cada vez menos virgen.

Hacer negocio del deshielo

La marca Svalbardi es una de las que vende agua embotellada de los icebergs, concretamente del archipiélago de Svalbard, en el ártico noruego.

Son botellas de 750 mililitros que se venden a 94 euros, un lujo que se ha convertido en noticia no por ser un producto gourmet, sino por el impacto ambiental en un área tan frágil, y al tiempo clave para el equilibrio del planeta.

Actualmente, se vende en los almacenes londinenses Harrods, y a través de las web de la marca. Todo comenzó de un modo inesperado, a partir de una simple anécdota. En particular, la idea surgió de un modo curioso. Fue un regalo que hizo Jamal Qureshi, bróker de Wall Street a su mujer tras visitar el glaciar en 2013 y decidir llevarle agua proveniente de su deshielo.

Lo que fue una simple ocurrencia acabó convirtiéndose en una idea de negocio que no ha tardado en suscitar críticas. Por un lado, se plantea si tratándose de unos icebergs no deberían considerarse patrimonio de la humanidad.

Al margen de que se trate de un área que pertenece a uno u otro país, sus características son muy especiales, sobre todo porque, como nos recuerda mil y una veces Greenpeace, la vida del planeta depende del Ártico. Más allá de esta importancia global, se subraya el impacto ambiental local.

Asociaciones ecologistas han señalado el coste ambiental de este tipo de negocio, al tiempo que se intentan minimizar estos problemas afirmando que se trata de una ínfima cantidad de agua que no debe considerarse problemática. Otras voces, por contra, sostienen que se trata de una actividad que aun a pequeña escala está acelerando el deshielo.

Otro aspecto que se critica es la necesidad de tres litros de agua para producir una sola botella de menos de un litro, así como la huella de carbono aparejada, consecuencia de la energía necesaria para su recolección, producción (incluyendo la producción de las botellas de vidrio) y distribución.

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A la pregunta planteada en el título del post, por último, la respuesta surge fácilmente al finalizarlo. No cabe duda, por lo tanto, que se trata de un lujo y de un daño ambiental, sobre todo si se sigue explotando este negocio. Por ahora se trata de algo puntual, si bien se pretenden vender anualmente decenas de miles de botellas de agua glaciar, pero la situación puede complicarse.

Sobre todo, teniendo en cuenta que hay antecedentes. Sin ir más lejos, los glaciares del Himalaya están siendo explotados desde 2015 por numerosas empresas chinas que han recibido licencias por parte del gobierno de Tíbet. Una moda que solo parece haber empezado.

En este caso se plantean problemas de abastecimiento de agua para la región, puesto que el agua se extrae de una montaña ubicada en un punto estratégico, ya que el caudal de distintos ríos dependen en buena medida. Igualmente, cómo no, las variaciones que se produzcan en el medio ambiente de la zona puede representar un problema importante para el entorno.

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