Aogashima es una pequeña isla volcánica situada en el mar de Filipinas, aunque pertenece a Japón. Es la isla más al sur y la más aislada entre las habitadas del archipiélago de Izu. La isla es un cráter volcánico gigante. Lo curioso es que, dentro de ese cráter, hay otro volcán, más pequeño.
La última vez que el volcán entró en erupción fue a finales del siglo XVIII y mató a casi la mitad de la población de la isla. Los que sobrevivieron, huyeron de allí. Medio siglo después, la gente había regresado. Actualmente, unas doscientas personas viven en la isla.
El volcán, surgido del mar, llega a una altura de 420 metros. Los científicos creen que la isla se formó por restos de, al menos, cuatro calderas submarinas, que se fueron superponiendo a lo largo del tiempo. La costa sur se eleva en forma de canto agudo formando el borde de la caldera del volcán, que se llama Ikenosawa. Tiene un diámetro de 1,5 kilómetros. En una parte del volcán sale vapor geotérmico.
Difícil acceso
A la isla casi sólo se puede acceder en barco. Esta circunstancia y su original forma, aparte de los dos cráteres, hacen que sea un original destino turístico. Sin embargo, es difícil amarrar las embarcaciones porque toda la costa es escarpada. Desde la isla más cercana, a 60 kilómetros, salen helicópteros para transportar un máximo de nueve pasajeros a la isla. Pero, a causa de la niebla, a menudo se cancela la ruta. Aogashima es una isla difícil de visitar y, por eso mismo, muy bien conservada.
En Aogashima sólo se puede disfrutar del paisaje natural, de la tranquilidad de un paraíso tropical y de las increíbles vistas que proporcionan los dos cráteres. En el centro, hay una sauna geotérmica. Además, se usa esa energía que procede del interior de la Tierra para cocinar. Las verduras frescas, las patatas y los huevos cocinados al vapor del volcán son las especialidades gastronómicas de Aogashima.
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