Mientras se sigan utilizando coches propulsados por combustibles sucios hay que conducir de la forma más ecológica posible, ahorrando combustible (y, por tanto, dinero) y emitiendo menos gases contaminantes a la atmósfera. A continuación, se ofrecen varios consejos para que la conducción sea menos dañina para el medio ambiente:
– Planificar el viaje con antelación. Hay que tratar de elegir el camino más corto y con menos tráfico. Un atasco es la situación más contaminante al conducir. Por esa misma razón hay que evitar las horas puntas de tráfico, si es posible. Y, si se prevé estar un tiempo parado a causa del atasco, es preferible apagar el motor del coche. Conducir por carreteras con tráfico fluido contamina menos. Lo mejor es mantener una velocidad constante, sin frenadas ni acelerones bruscos. La media de velocidad en la que se contamina menos se encuentra entre los 80 y los 100 km/h. Por esta razón, en la autopista de circunvalación de Barcelona no se permite superar, precisamente, los 80 km/h.
– Llevar los neumáticos con la presión correcta. Además de ganar en seguridad, si un neumático está insuficientemente hinchado, tendrá más rozamiento con el suelo y, por consiguiente, más resistencia. En definitiva, al motor le costará más hacer avanzar al coche y gastará más combustible. Hay que comprobar a menudo la presión de las ruedas, preferiblemente en frío.
– Realizar el mantenimiento general del vehículo. No sólo del motor, sino también del aire acondicionado, de los cierres de las puertas y ventanas, del sistema electrónico… Cuanto mejor funciona un coche, menos contamina. Además de ser más seguro y más fácil de vender, en el caso de querer hacerlo. Es esencial usar el tipo de aceite que recomienda el fabricante y cambiarlo cuando se indique. Los filtros del coche son otra de las piezas que deben estar siempre en perfecto estado.
– No sobrecargar el coche. Lógicamente, cuanto más pese el vehículo, más le costará avanzar. Si, además, se coloca equipaje sobre la baca, perderá aerodinámica. Hay que evitar, en la medida de lo posible, transportar objetos pesados y usar la baca.
– Evitar la conducción agresiva. Acelerar y frenar bruscamente contamina más, es peligroso, desgasta el coche y cuesta más dinero. Hay que mantener siempre la distancia de seguridad y frenar suavemente.
– Evitar conducir sobre mojado. Cuando llueve, el coche necesita hacer un esfuerzo extra para avanzar. Por lo tanto, contamina más. Además, en esos días, todo el mundo coge el coche, así que ir en transporte público o andando (con un paraguas) ahorra tiempo y evita sufrir el atasco. Si se opta por coger el coche, conducir despacio para disminuir la resistencia de las ruedas al agua (y, una vez más, también por seguridad).
– Cuando hace frío, es preferible arrancar y salir sin más dilación. De este modo, el motor se calienta mucho antes.
– Subir las ventanillas y cerrar el techo solar. Especialmente, cuando se marcha a una velocidad de más de 50 km/h. De este modo, se minimiza la resistencia al aire. Hay que usar el aire acondicionado sólo cuando sea estrictamente necesario.
– Usar lo menos posible los dispositivos eléctricos. La electricidad del coche también gasta combustible. Especialmente, el aire acondicionado. En un día caluroso, puede hacer aumentar su consumo en un 25%. Esto siempre que no tenga fugas ni esté estropeado. Eso sí, a velocidades altas, es más eficiente encender el aire acondicionado que llevar las ventanillas abiertas.
– Aprovechar las ventajas del ordenador de a bordo. En algunos coches, este dispositivo informa del consumo de combustible mientras se conduce. Hay que fijarse para aprender cómo conducir con el menor consumo posible.
– Usar nuevas tecnologías y productos. Si es posible, usar la tecnología llamada Star&Stop que apaga el motor automáticamente cuando se pone en punto muerto el coche y lo arranca cuando se mete la primera marcha o se pisa el acelerador. Así mismo, usando Gas Natural Comprimido (GNC) se reduce enormemente la emisión de gases contaminantes.