Grafitos con musgo vivo


Los grafitos son arte en la calle. Los artistas que los realizan, en cierto modo, están más cerca de la gente corriente, del día a día, de la vida, en definitiva. Muchos de estos artistas callejeros (si se me permite la expresión) tienen una gran preocupación por el medio ambiente, como parte del mundo en que vivimos. Ya os presentamos al artista belga Roa, por ejemplo, que pinta animales agonizando en los muros de los edificios.

En este caso, la arista que presentamos hoy va un paso más allá. No sólo se preocupa por el medio ambiente, y así lo refleja en sus creaciones, sino que, además, el propio grafito (le llamaremos así aunque no esté realizado con aerosoles) es ecológico, ya que se compone de musgo vivo.

Estos grafitos verdes (en los dos sentidos de la palabra) son diseñados por la artista Edina Tokodi y su estudio, Mosstika. Así, en las paredes y muros de las ciudades aparece un pequeño trozo de naturaleza, una mancha verde esperanza, un dibujo que nos recuerda la importancia de la naturaleza.

En estos grafitos de musgo se pueden observar las siluetas de un alce o de un conejo, la forma de un corazón rodeado de musgo en el interior de un vagón del metro o, en una línea más conceptual, un gran signo de interrogación, que parece preguntar «¿hacia dónde vamos?».

En el estudio Mosstika también crean diseños para interiores, instalaciones para museos y galerías de arte, también con césped o musgo como base de las creaciones.

Edina Tokodi confiesa que su mayor ambición es crear obras cada vez más complejas que permitan explorar la diversidad de las conexiones posibles entre los materiales orgánicos, de modo que sea posible permanecer cerca de la naturaleza.

Edina basa su arte en las sombras de vida salvaje, recuerdos difusos y simples para que los urbanitas vean (recuerden) que, más allá de las ciudades, no hay un desierto, sino naturaleza viva. Uno de sus últimos trabajos es Wunderbaum, un árbol gigante con forma de ambientador con la frase «brisa oceánica».

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