Dar una segunda vida a los juguetes no suele ser algo habitual. La costumbre, mala costumbre que tenemos es echarlos a la basura cuando los niños han crecido o simplemente se han cansado de ellos.
Entre los juguetes que acaban en el contenedor, por supuesto, se incluyen también los electrónicos, con lo que ello supone para el medio ambiente. De hecho, según la Federación Española de Reciclaje, la gran mayoría de los juguetes electrónicos no se reciclan.
El problema es especialmente grave si tenemos en cuenta no sólo sus componentes eléctricos, plásticos y baterias, enormemente contaminantes, sino que representan hasta un 5 por ciento de la basura que se incinera. ¿Resultado? Cientos de toneladas de CO2 y tóxicos que polucionan la atmósfera.
Reciclar juguetes electrónicos
Buscar una segunda vida a los juguetes electrónicos no resulta complicado: se regalan, se prestan, se donan, se guardan esperando mejor ocasión…
Otros juguetes no son tecnológicamente complejos, pero sí están fabricados con plásticos y contienen baterías que precisan reciclarse. En concreto, hemos de tener en cuenta la presencia de metales contaminantes como el plomo, cadmio o mercurio, presentes en pilas y baterías.
De este modo, si vamos a descartar un juguete de este tipo, el primer paso es retirar las pilas y llevarlas a un punto limpio. Y, por supuesto, hacer lo mismo durante su uso en el caso de usar pilas de un solo uso o acumuladores.
Cómo reciclar juguetes metálicos
Los juguetes con componentes metálicos, como los coches en miniatura, los patinetes o los bicicletas contienen elementos metálicos (fundamentalmente acero, cobre o aluminio) que también deben reciclarse de forma específica.
En todos estos casos, se llevan a los puntos limpios habilitados para tal fin o a una chatarrería. Sin embargo, puesto que suelen ser juguetes muy durables y fácilmente reutilizables por otros niños, sería interesante regalarlos o incluso revenderlos.
Cómo reciclar otros juguetes
Crear nuevos juguetes a partir de otros viejos tiene su gracia y puede llegar a ser un divertimento genial, si bien los mejores resultados se lograrán con la ayuda de los adultos.
No se trata de destripar juguetes electrónicos, pues ello además es peligroso, sino de hacerlo con juguetes tradicionales: muñecas, peluches, cochecitos de plástico, sonajeros, etc.
Con la cabeza de una muñeca o de varias muñecas viejas será fácil hacer marionetas aprovechando retales de tela, o aprovechar las ruedas de un camión para convertir una botella de plástico en un vehículo… Se trata, en suma, de convertir los juguetes en material que poder mezclar, transformar y convertir, en suma, en juguetes caseros únicos.
A la hora de regalar los juguetes podemos hacer partícipe al niño de la decisión e ir juntos a ver a los amiguitos a los que el niño podría entregárselos como regalo después de haberlos acondicionado mínimamente, sobre todo higienizándolos o haciéndoles algún pequeño arreglo.
Será bonito y muy aleccionador para él ayudarnos a envolverlos en papel de regalo y, en caso de donarlos a una ONG, saber que esos juguetes que él ya no quiere van a hacer felices a otros niños que no tienen juguetes.
Otra opción es hacer intercambio de juguetes entre amiguitos, para que el niño también vea que regalar e intercambiar son maneras de compartir sus cosas obteniendo algo material a cambio o sin obtenerlo.
Si no conocemos a quien regalarlos o con quien hacer intercambio, quizá en la guardería o colegio podrían darnos alguna pista o incluso podríamos participar en alguna campaña solidaria que se realice por Navidades. En cualquier caso, es importante que el niño no sólo dé lo que ya no puede utilizar sino lo que desea dar, sea lo que sea, pero por decisión propia, pues lo importante es compartir de una forma positiva, disfrutando con ello.