La ropa sintética poluciona mares y ríos

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Que las depuradoras no son la panacea es algo bien sabido, pero además hay otros riesgos ambientales ocultos, que pasan más desapercibidos y, por lo tanto, resultan complicados de reducir. Entre otros focos de contaminación, los tejidos sintéticos se llevan la palma cada vez que los lavamos.

En el ámbito doméstico ocurre con las aguas grises en general, aquellas que usamos en el hogar para todo lo cotidiano, desde el baño o el aseo hasta hacer la colada o lavar la vajilla, pongamos por caso.

Los microplásticos de la ropa sintética

Aunque no nos lo parezca, sin que resulte perceptible, los tejidos sintéticos acaban contaminando en mayor o menor medida los ríos y mares. Ocurre cuando los lavamos, ya sea a mano o a máquina. Es en los lavados se liberan miles de partículas de plástico de tamaño diminuto.

Lo hará en función de distintos factores, como que haya o no depuradora, así como de lo efectiva que ésta sea. Además, provocamos problemas ambientales que ni siquiera sospechamos, tal y como ocurre con este tipo de plástico.

De acuerdo con un estudio estadounidense, las lavadoras eléctricas contribuyen a la contaminación de microplásticos al provocar un mayor desprendimiento de las partículas. El trabajo, llevado a cabo por Universidad de California en Santa Bárbara concluyó que el simple lavado de una chaqueta de lana sintética liberaba alrededor de 1,7 gramos de microfibras.

El problema es su ínfimo tamaño, así como lo nefasto que resulta el plástico cuando irrumpe en los ecosistemas acuáticos. Por lo tanto, de poco servirá lavar con detergentes ecológicos si se trata de lavar materiales sintéticos.

No cabe duda de que peor sería sumar una cosa y la otra, pero estar concienciados al respecto puede hacer una gran diferencia para que nuestros eco gestos no solo lo sean a medias. Igualmente, es clave saber qué otros productos los contienen, pues a nivel cosmético abundan en muy diferentes formulaciones, como la pasta de dientes, geles de baño o cremas de belleza.

Y es que los productos ecológicos no son los únicos que resultan menos nocivos para el medio ambiente. Sencillamente evitando el uso de determinados componentes o ingredientes se pueden mejorar de forma sustancial la protección ambiental.

En el caso de los microplásticos, la problemática es relativamente distinta de los típicos envases plásticos que acaban en el mar. Esta vez no suponen un riesgo a la hora de que los animales se asfixien ni tampoco les causa un problema de compresión en el cuerpo, por ejemplo. Las micropartículas de plástico conforman lo que se llama sopa plástica, con el resultados de confundirse con el zooplancton.

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Además, provocan un grave problema de equilibrio del ecosistema en general, cuyas consecuencias son en buena parte desconocidas por la ciencia. Con el inconveniente añadido de que su limpieza es mucho más complicada que la del plástico convencional. Sea como fuere, su uso está empezando a prohibirse.

Si bien el problema del plástico es mucho más amplio que el de los microplásticos, solucionar éstos es muy importante, al tiempo que ayuda a evitar problemas de salud. Tanto porque su aplicación en el cuerpo a través de cosméticos tiene efectos desconocidos para la salud como por su introducción en la cadena alimentaria. No en vano, los peces los ingieren, con lo que suponen un serio problema de salud pública, advierte Greenpeace.

Junto con las prohibiciones, se hace necesario que las mismas industrias se planteen qué están haciendo y reaccionen de forma autónoma. Solo así es posible hablar de una auténtica política de responsabilidad social a nivel de empresa. De otro modo, sencillamente estaríamos hablando de green washing.

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