Se les conoce como pulgones, pero no son pulgas, y pueden pertenecer a muy distintas especies. Su presencia en el jardín no suele causar ilusión, sino todo lo contrario, un buen disgusto. Y es que no son almas solitarias, precisamente, sino animalillos casi microscópicos que se aparecen a cientos casi como por arte de magia, pegados a las hojas o a las ramas, de las que chupan la savia.
Como es fácil de adivinar, los pulgones representan un gran problema en la jardinería y horticultura. No sólo por su tremenda capacidad de reproducción, sino porque pueden causar importantes daños a las plantas y suelen aumentar la resistencia a los pesticidas convencionales.
Sin embargo, no es necesario recurrir a los métodos químicos para eliminarlos ni tampoco para prevenirlos. Aunque son una de las plagas más comunes y perjudiciales para las plantas, existen métodos naturales que nos ayudan a evitarlos o mantenerlos a raya sin demasiado esfuerzo.
Soluciones ecológicas
En efecto, la eficacia de los trucos naturales es suficiente como para no recurrir a compuestos sintéticos que actúen de repelentes o de venenos. Eso sí, cuanto antes actuemos más fácil será acabar con el problema, pues se reproduce a una velocidad de vértigo, amarillean y arrugan las hojas y suelen aparecer en ambientes secos.
El uso de los depredadores naturales es una opción que ayuda a tanto a eliminarlo como a impedir que proliferen. Entre otros, las mariquitas, las avispas parasitoides, las arañas o las chinches, pero sobre todo las primeras, pues son fáciles de conseguir, ya sea llevando unas cuantas que encuentres en el campo a tus macetas o plantaciones o comprándolas.
Macerar ortigas y obtener un agua que pulverizaremos ayudará a reducir el impacto de las plagas al tiempo que fortalecerá la planta, en una proporción de tres cuartas partes de agua por una de ortigas. Otro truco consiste en cuidar que las plantas estén bien regadas, sobre todo en épocas de más calor, pues los pulgones tienen preferencia por los entornos secos. Se trata, en suma, de evitar que el hábitat se reseque.
El ajo es un gran aliado para nuestro propósito. Herviremos durante media hora un litro de agua con cinco dientes de ajo machacados y una vez se enfríe pulverizamos. Ganará en eficacia si añadimos media cebolla. También son eficaces el aceite de Neem, un insecticida natural muy efectivo con ésta y otras plagas.
También hay plantas que actúan de repelentes naturales, como el ajenjo, romero, albahaca, hisopo, salvia, salvia, cilantro, ajo, menta, eneldo, lavanda, manzanilla, caléndula o, entre otras, la melisa. De todas ellas es posible hacer un destilado para pulverizar. Por último, el jabón neutro diluido en agua (una cucharada por cada litro) o el jabón con nueces de lavado resulta efectivo mediante rociado, creando un entorno hostil incompatible con la vida. En este caso, se recomienda no abusar, sobre todo si el jabón no es ecológico.
Más vale prevenir…
Así es, la prevención es la manera más efectiva de solventar este problema. En primer lugar, es clave observar bien las plantas y el hábitat en general, vigilando también que no haya demasiadas hormigas, ya que atraen a los pulgones. También será de gran utilidad tener plantas aromáticas repelentes y regar de forma frecuente, -sobre todo en primavera y verano-, para así mantener la situación controlada. Con estos sencillos consejos debería bastar para que la situación no se nos vaya de las manos. Y, por supuesto, hemos de cuidar las plantas para que puedan responder de la mejor manera ante una plaga, sin atosigarlas con insecticidas químicos ni, a ser posible, de ningún otro tipo si no es necesario.