Tres consejos para comer ecológico sin arruinarte

Pan bio
Comer ecológico es caro. No siempre, porque como en todo, siempre hay excepciones, pero sí podemos afirmar que comer bio supone hacer un desembolso ecológico importante, y no solo si nos proponemos que toda o prácticamente toda nuestra dieta lo sea. Incluso si solo compramos productos aislados vamos a encontrar precios mucho más altos de lo que es habitual en productos no bio.

¿Qué hacer, cómo mejorar nuestra alimentación pasándonos a una dieta verde sin hacerle un agujero a nuestro bolsillo? No hay muchas opciones, para qué engañarnos, pero sí podemos aplicar una serie de ideas básicas que nos ayudarán a dar el salto. Poniéndolas en práctica será mucho más fácil y económico empezar a introducir alimentos bio en el día a día, y hacerlo sin arruinarnos.

Trucos para comer bio y barato

A continuación, veamos algunas de esas ideas para que lo bio resulte factible sin destrozar un presupuesto medio. Son ideas sencillas, y a partir de ellas, con la práctica apostamos a que será fácil inspirarse para encontrar otras nuevas:

1. Sé selectivo: En efecto, no todo tiene que ser ecológico. Nuestro objetivo debería ser priorizar aquellos alimentos que están más sobrecargados de pesticidas y demás químicos. Por ejemplo, los guisantes, el melón o la sandía suelen ser alimentos con niveles mucho más bajos de plaguicidas que los pimientos, las patatas, las judías verdes, las fresas, el apio, los tomates, los melocotones o las manzanas. Aprovechemos este tipo de informaciones para comprar los productos eco más necesarios, con menos riesgos, pero tengamos en cuenta que el riesgo de los pesticidas varía no solo del tipo de producto, sino del país en el que se produce, ya que las normativas son muy distintas.

La clave está en informarse. Ya se sabe, la información es poder, y en este caso es clave para ser selectivos. Del mismo modo, si vemos que los guisantes son una hortaliza a muy buen precio, sobre todo cuando son congelados, aprendamos a cocinarlos de mil maneras para sacarles un buen partido sin que lleguen a aburrirnos.

Cajon fresco de la nevera con vegetales
Y, por supuesto, no gastemos un dineral en un melón ecológico, mejor comprar el melón convencional y comprar manzanas bio, pongamos por caso. Por último, ser selectivos también implica saber dónde comprar. Si optamos por establecimientos que venden lo bio como si de un producto gourmet se tratase, lógicamente, los precios serán acordes a ello. Elijamos bien dónde compramos. Consideremos la interesante opción de los grupos de consumo.

1. Ve a lo básico: Comprar productos básicos bio como la leche, los huevos, legumbres y la harina, entre otros, es una manera fácil de hacer una gran diferencia sin grandes gastos. Además, las posibilidades culinarias son enormes. Usar harina integral nos ayudará a ahorrar a la hora de hacer desde un bizcocho, galletas, yogurs o kefir, y por supuesto pan. En el caso de las legumbres, mucho mejor si son secas, ya que salen infinitamente más económicas que comprándolas ya a remojo, al tiempo que nos ahorramos sal y algún que otro aditivo e incluso podemos controlar el agua que utilizamos para hidratarlas. Aunque serán más caros que los productos convencionales, siempre está la opción de elegir marcas blancas y comprar paquetes grandes, esto último especialmente en el caso de las legumbres y la harina. Gracias a internet podemos hacer pedidos directamente a los proveedores, y en lo que respecta a la harina tenemos la posibilidad de comprar paquetes de hasta 20 kilos a precios muy interesantes.

3. Come más ligero: Aprovecha el cambio para comer más ligero si crees que te vendría bien hacerlo. Afortunadamente, la comida bio es más rica en nutrientes, con lo que un huevo, un vaso de leche, vegetales o casi cualquier otro producto bio nos permitirá incorporar mayor cantidad de antioxidantes y vitaminas, etc. en la dieta sin tener que consumir calorías extra. De este modo, el precio más elevado en realidad sería menor por la aportación de estos compuestos beneficiosos. Simplemente, reduzcamos en la medida de lo posible, siempre dentro de lo razonable, nuestra ingesta de alimentos para que nuestra dieta sea más equilibrada. Comamos menos carne, por ejemplo, y de este modo ahorraremos un dinerito que nos vendrá muy bien para comprar productos ecológicos, incluida la carne bio.

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