Están hechos en Micronesia y utilizan la fibra del platanero para fabricar artesanalmente unos accesorios que constituyen una alternativa a los textiles, al plástico o al cuero, ecológica y libre de sufrimiento animal.
Una manera de reciclar este material que, además de evitar el uso de combustibles fósiles en su producción (plásticos o textiles) o la muerte de los animales, como es el caso de la industria peletera, aprovecha un recurso natural, obteniendo una buena cantidad de materia prima a partir de una sola rama.
Aprovechar los residuos del banano
La startup Green Banana Papers lleva a cabo esta iniciativa, que fomenta la economía local. Los agricultores de la zona encuentran así otro modo sacar partido de sus plantaciones, pues además del plátano pueden dedicar a este proyecto una parte de los árboles, tras realizar la poda.
De hecho, después de la cosecha, los agricultores deben cortar la planta una vez al año para fortalecer la planta y mejorar la próxima cosecha. Por otra parte, se trata de una empresa social fundada por Nueva Inglaterra Matt Simpson, un nativo de tan hermosa isla.
«Las carteras de papel de plátano no sólo son respetuosas con el medio ambiente, sino que también están ayudando a proporcionar un salario digno a las familias de Kosraean», explica Simpson.
Por lo tanto, se trata de reutilizar un residuo. Igualmente, autóctonos de Kosrae, Micronesia, sede de la empresa y lugar donde se fabrican los accesorios (carteras, bolsos, etc.) trabajan en todo el proceso, llevado a cabo de forma manual y también creativa. Además de ser diseños resistentes, con lo que son durables, sus decoraciones están inspiradas en sus paisajes y la gente de Micronesia.
La fibra de plátano puede servir para muchas otras cosas y el material con el que se ha fabricado la fachada de un conocido edificio tailandés, una obra hecha a mano a partir de este material. Lo llevó a cabo en 2008 el estudio de diseño Architectkidd en un edificio residencial tailandés bautizada con el nombre de Happyland, creando una serie de paneles o pantallas que son una de las atracciones arquitectónicas de Bangkok.
También en este caso se trata de una aplicación ecológica, con baja huella en carbono, puesto que en Tailandia no faltan los plátanos. Su uso como material de la construcción, al igual que ocurría con las carteras, permiten resultados realmente creativos.
Además de resultar original y estética, la fachada constituye un recubrimiento aislante, por lo que también tiene una vida útil muy ecológica, que ayuda a gastar menos calefacción y también a ahorrar aire acondicionado, al tiempo que se trata de un material durable, como ya apuntamos.
Por otra parte, es interesante el hecho de que su preparación se realizara siguiendo las técnicas tradicionales para el procesamiento de dicho material. En este caso se hizo visitando los modus operandi de comunidades de fuera de Bangkok, al margen de que luego se adaptara la tecnología a las necesidades que exigía el caso concreto.
Gracias al procesamiento, en definitiva, se consigue aumentar su resistencia, además de poder fomentar igualmente la economía local de cara a este proyecto y también para el futuro, puesto que de cundir el ejemplo podría crearse una interesante oportunidad de negocio.
Los usos más habituales de este tipo de material se suelen reducir a cestas o productos relacionados con el hogar, como por ejemplo las esteras, pero lo cierto es que hay muchas otras posibilidades. Con la ventaja de que además la red permite un comercio global que puede dar el impulso necesario a nuevos proyectos que, como los que hemos traído a colación en el este post, permitan un mayor margen de beneficio.
Interesantes datos, utiles con ámplias posibilidades de aplicaçion.
Hola Wilfrido,
Es cierto, abre todo un mundo de posibilidades al margen de estas aplicaciones concretas, y no solo con respecto a este tipo de árbol, quizá incluso a otros muchos. Un saludo y gracias por comentar.