El impacto ambiental y problemas de salud que ocasiona el aceite de palma está convirtiendo esta materia prima en objeto de debate. ¿Llegará a prohibirse, se logrará un mayor control para así reducir el problema?
Son dos cuestiones importantes que conviene tratar por separado, puesto que su sostenibilidad es un asunto al margen de los perjuicios que pueda tener a nivel de salud, y actualmente están ocurriendo cosas para limitar sus efectos sobre el organismo y también en cuanto a su impacto sobre el entorno.
Supermercados que vetan el aceite de palma
Lo encontramos en un sinfín de alimentos, así como en productos de cuidado personal y cosméticos, al tiempo que se utiliza para la producción de biocombustibles, entre otros posibles usos. Siendo así, son productos que, en su gran mayoría, nos llegan a través de los supermercados, donde los compramos de forma cotidiana.
Pero esto podría cambiar. Cada vez podría ser más difícil encontrar productos con aceite de palma en las estanterías de los supermercados. Su bajo coste no es razón suficiente para usarlo de forma masiva, poniendo en peligro la salud de las personas y también la del entorno.
La pequeña cadena de supermercados SuperSano ha sido la primera en vetar los productos que contengan aceite de palma y los supermercados Alcampo se han propuesto suprimirlo en todos sus productos de marca blanca por razones de salud y ambientales.
Otras cadenas de alimentación como Eroski o Dia están planteándoselo y, de convertirse en una tendencia general, el aceite de palma sufriría un importante varapalo. De ser el tercer importador de este producto a nivel comunitario- la Unión Europea es el segundo comprador del mundo de esta sustancia- tendríamos el gran honor de bajar posiciones en esta negra lista.
La Unión Europea, por su parte, es noticia también por su intento de mejorar la sostenibilidad de este cultivo. No como productos, lógicamente, pero sí por el rol que juega como importador.
Hoy mismo, día 4 de abril, el pleno del Parlamento Europeo vota un informe de Kateřina Konečná que aboga por un único sistema de certificación y su eliminación progresiva en los biocarburantes para 2020.
La votación positiva del informe significará un refuerzo de las medidas ambientales para prevenir la deforestación relacionada con este aceite vegetal, así como suprimirlo como componente de los biocombustibles.
Problemas ambientales y de salud
Como es bien sabido, la industria del aceite de palma precisa de espacios donde cultivarlos, por lo general obtenidos a costa de la deforestación. La tala de bosques tropicales pone contra las cuerdas a especies en peligro de extinción en distintas zonas geográficas donde la biodiversidad es de gran riqueza.
Igualmente, son numerosos los estudios que han denunciado la falta de sostenibilidad y el mal trato que reciben los trabajadores, llegándose en muchas ocasiones a situaciones de explotación infantil y vulneración sistemática de los derechos humanos.
Por último, además de los problemas de salud que ocasiona el consumo de grasas saturadas, como las que contiene el aceite de palma, un estudio reciente publicado a finales de 2016 en la revista Nature concluyó que se trata de un producto cancerígeno al promover la multiplicación de las células tumorales. Es decir, acelera la metástasis.
De igual manera, el procesamiento del aceite de palma en muchas ocasiones exige someterlo a temperaturas de 200 grados centígrados para así lograr un olor y sabor neutro, haciendo de él un ingrediente más versátil para distintos usos.
Sin embargo, su tratamiento libera sustancias cancerígenas que pueden alterar el ADN. Anteriormente, un estudio estadounidense publicado en Globalization and Health en el 2011 asocia su consumo con mayores tasas de mortalidad a consecuencia de enfermedades cardiovasculares.