Bio Cooler, la nevera ecológica de Coca-Cola, es mucho más que un llamativo invento que persigue promocionar la popular bebida más aún, si cabe. Su uso en lugares calurosos, casi inhabitables, donde no llega la electricidad, consigue obrar el milagro de enfriar las latas de forma autosuficiente. Lo hace casi por arte de magia, gracias a un ingenioso sistema que aprovecha las altas temperaturas en favor suyo y que, en el futuro, incluso podría cambiar la forma de conservación de los alimentos.
Uno de esos remotos lugares es Aipir, un pueblo colombiano en el que mantener la comida fresca supone hacer interminables trayectos de un mínimo de 12 horas para traer hielo. Justamente, pensando en este pueblo, uno de los más calientes del país, Coca Cola creó esta nevera que no precisa de electricidad para funcionar y, una vez fabricada, la entregó a Aipir para uso y disfrute de sus habitantes.
El funcionamiento de la máquina, una hermosa nevera portátil sobre cuatro patas cubierta de plantas en la parte superior, se basa en aprovechar este calor extremo sacando partido del vapor de agua o evaporación y del sol capturado por pequeñas placas solares para refrigerar su interior.
Obtener frío a partir del calor
Desarrollado por Leo Burnett Colombia y el International Physics Centre en Bogotá, el invento utiliza el antiguo sistema utilizado por culturas ancestrales que usaban plantas y tierra húmeda para mantener los alimentos frescos en cámaras de cerámica.
De este modo, cuando más calor hace, mejor funciona el Bio Cooler, pues su método de refrigeración funciona de forma continua a partir del riego de las plantas y de la evaporación, mientras la energía solar permite activar un gas contenido en el compartimento donde se encuentra el líquido.
eCool, el enfriador subterráneo
El eCool es otro ocurrente enfriador de bebidas que también se inspira en tradiciones antiguas. Inventado por unos jóvenes daneses, consigue mantener las latas frescas dentro de una nevera subterránea que nos brinda la misma naturaleza.
Como el Bio Cooler, el eCool tampoco necesita electricidad. Mantiene las latas frescas durante todo el año aprovechando las bajas temperaturas del interior de la tierra, una idea que enlaza con la costumbre de almacenar alimentos en los sótanos o cuevas. En este caso, se cava un agujero de un metro para poder instalar el equipo, que permite mantener frescas hasta 24 latas de cerveza u otra bebida en el jardín.
¿Una apuesta por la ecología?
En ambos casos, el inconveniente o pega es común: el evidente despilfarro de recursos y montaña de desechos que supone fomentar el uso de latas. En el caso de la Coca Cola, además, el contexto de lo ecológico que maneja la marca es muy particular, básicamente superficial.
Sirva de ejemplo su Coca Cola Life la versión verde lanzada en Argentina con el eslogan Destapá la naturaleza, que utiliza un envase ecológico y endulzantes naturales, pero sigue siendo el mismo producto en realidad.
Con respecto a las botellas y latas, por orgánicas que sean, la fabricación exige enormes cantidades de energía y agua, a lo que habría que sumar su difícil biodegradación y el gasto o huella de carbono en el transporte y distribución. Se trata, en suma, de una iniciativa más estética o efectista que real, que no soluciona el problema de los desechos ni apuesta por un mundo más natural y sostenible.
Con proyectos como el de Bio Cooler y los nuevos vestidos para pintar de verde la Coca Cola de siempre, sin embargo, queda claro que lo ecológico y solidario están de moda. Un planeta más verde es tendencia, afortunadamente, pero lo cierto es que sólo cuando el cambio es sustancial tiene sentido.