Los aceites esenciales son todo un mundo por descubrir. No solo por su variedad casi infinita sin por sus también casi inacabables aplicaciones. En esta ocasión veremos de qué modo podemos sacarles todo el partido para combatir el frío invierno.
Para beneficiarnos al máximo de sus propiedades naturales se hace necesario optar por aceites esenciales puros. Es decir, procedentes de la agricultura orgánica y carentes de añadidos de ningún tipo. Además, será importante que el envase sea de vidrio y, todavía mejor, de color oscuro para que la luz no degrade sus propiedades.
Si lo deseamos, tenemos ganas y materia prima de calidad, incluso podemos hacer nosotros mismos los aceites esenciales. Nos darán el mismo juego que los aceites esenciales comprados, con la diferencia de que es posible controlar la calidad de sus ingredientes, en especial si los cultivamos nosotros.
Uso preventivo y terapéutico
Principalmente, los aceites esenciales se utilizan para prevenir, minimizar y curar enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio. Desde simples síntomas de distinta gravedad, como la tos, asma provocada por el aire frío o los costipados hasta bronquitis u otras afecciones respiratorias.
Su aplicación se realiza mediante inhalación. Por ejemplo, añadiendo unas gotas en vapor de agua, aplicando unas gotas en la almohada, en el agua de baño o pulverizando la habitación a modo de ambientador o añadiéndolo a un aceite para masajes. Por lo tanto, será importante controlar las cantidades y no hacer mezclas que puedan resultar desagradables. Nunca hay que excederse, y bastarán unas pocas gotas.
En el caso de alergias a algunos de sus componentes es fundamental dejar de aplicarlo de inmediato, y no hacerlo con niños, personas convalecientes ni mascotas. Tengamos en cuenta que por muy naturales que sean las plantas pueden provocar reacciones adversas.
¿Qué aceites utilizar?
Del mismo modo que los cítricos nos ayudan a prevenir resfriados, los aceites esenciales de limón o naranja son perfectos para aplicar mediante difusión o inhalación para combatir la gripe.
También podemos disfrutar de un masaje corporal realizado añadiendo unas gotas de aceite de limón o naranja a una base, como por ejemplo el aceite de almendras dulces o cualquier otro aceite vegetal.
Para combatir el frío podemos incluirlo dentro de un plan como por ejemplo éste: primero démonos una ducha o baño caliente (añadiendo 30 gotas de aceite esencial) y al salir aplicamos aquel aceite por piernas, brazos y pecho. Luego, nos abrigamos, tomamos una infusión calentita y vamos a la cama.
El aceite de eucalipto también es una gran opción, si bien en este caso su utilidad es más curativa que de prevención. Por lo tanto, aunque su forma de aplicación es optativa, la inhalación a través del vapor de agua será más eficaz si ya estamos resfriados.
Si preferimos aplicación local, sería interesante mezclarlo con otros aceites esenciales. Entre otros, el romero, el árbol de té o la lavanda para beneficiarnos de sus propiedades tonificantes, desinfectantes y de refuerzo del sistema inmune.
Documentarse sobre las diferentes propiedades de los aceites esenciales es la mejor manera de hacer la elección correcta para cada persona. Básicamente, si las hierbas naturales tienen una serie de propiedades, el aceite esencial también las tendrá, con la diferencia de que el aceite está muy concentrado.
Además de combatir los efectos del frío y la sensación de las bajas temperaturas, los aceites esenciales nos ayudan a aportar un extra de hidratación a nuestro cuerpo. Su misma aplicación mediante masaje logra este efecto.
A su vez, añadiendo un aroma que también resulta beneficioso a través de su inhalación. ¿O, por ejemplo, qué tal añadir unas gotas de aceite esencial a una crema hidratante corporal para tratar las zonas que más se resecan con el frío?