Las cocinas son el lugar más temible para quienes han de afrontar su limpieza y, cómo no, la grasa es una de las principales culpables de que sea así. ¿Qué hacer, cómo actuar si no queremos recurrir a las formulaciones químicas?
En este post vamos a darte algunas soluciones verdes que te ayudarán a acabar con la grasa de un modo fácil. O, mejor deberíamos decir «relativamente fácil». Porque la grasa es un duro enemigo, tanto si usamos productos de base sintética como naturales, y la mejor manera de acabar con ella, lógicamente, es prevenirla.
Por suerte, también podemos prevenirla recurriendo a consejos eco-amigables. Por ejemplo, sin necesidad de ponernos los guantes ni tener que coger el estropajo. Simplemente, haciendo un consumo más moderado de alimentos grasos, concretamente de productos cárnicos y paralelamente incrementando el uso de frutas y verduras. Limpiaremos menos, mejoraremos nuestra salud y ayudaremos al planeta.
Limón, bicarbonato y vinagre, tus aliados
Soluciones concretas para acabar con la grasa que ya tenemos delante de nuestra cara. El bicarbonato de sodio tiene un sinfín de usos verdes, entre ellos aplicaciones relacionadas con la desinfección, la absorción de los malos olores y la eliminación de la suciedad rebelde. Tres propiedades que pueden resultar muy interesantes para remover la grasa en la cocina.
La fórmula nos sirve para acabar con la grasa y con la suciedad en general. Consiste en sumergir durante unos minutos los objetos que queramos limpiar en agua tibia en la que previamente habremos disuelto bicarbonato y unas gotas del lavavajillas. Por ejemplo, cazuelas, cubiertos o sartenes.
En el caso de que se trate de una superficie más amplia que no podemos poner a remojo, como una bancada, el suelo, una mesa, una campana extractora o el alicatado de una pared con baldosas, pongamos por caso, podemos pasar previamente medio limón exprimido u otros cítricos, como la naranja, la lima, mandarinas o pomelo.
Al pasar la fruta ya exprimida conseguiremos que el ácido haga su trabajo. Tengamos cuidado, eso sí con las superficies delicadas, en cuyo caso se recomienda hacer una prueba en un lugar no visible antes de aplicar. Luego, lavar normalmente con agua jabonosa a la que habremos añadido el bicarbonato y un chorrito de vinagre. Luego, solo enjuagar.
¿Pulverizar o aplicar una pasta?
En efecto, el poder desengrasante del vinagre, del zumo de los cítricos y del bicarbonato de sodio es prácticamente infalible. Además, son desinfectantes, con lo que su efecto germicida será de gran ayuda para limpiar en la cocina o en el baño.
Elaborar nuestra propia mezcla es importante para encontrar las proporciones idóneas en función de nuestras necesidades. No olvidemos que todos los materiales no son igual de resistentes, y además en cada casa hay diferentes costumbres a la hora de cocinar, distintos estilos de vida…
Se trata, en suma, de mezclar unos y otros ingredientes con agua hasta dar con esa fórmula que no dañe las superficies sobre las que vamos a aplicarlo. O, todavía mejor hagamos un uso específico para cada caso. Usemos el limón, vinagre y bicarbonato para pasar directamente sobre superficies muy grasas que lo aguantan todo, desde la corrosión hasta el rayado.
Eso sí, conviene diluir en agua, aunque sea mínimamente, bien formando una pasta que podemos dejar reposar para aumentar. Por último, en caso de tratase de superficies delicadas, tengamos a mano un pulverizador con las proporciones justas, listo para aplicar y luego, pasados un par de minutos, frotar con un paño suave.
Frente a las soluciones comerciales atestadas de químicos, las opciones ecológicas precisan de una mayor creatividad. Pero dar con la fórmula perfecta es más complicado solo al principio. Una vez le hayamos cogido el tranquillo, todo irá solo…