Desde un enfoque global, un sexo sostenible, con baja huella de carbono, obviamente no busca la procreación. Teniendo en cuenta el drama que supone la sobrepoblación, éste es un aspecto clave para la conservación del medio ambiente. En este post, sin embargo, nos centraremos en la presencia de productos químicos en condones o juguetes eróticos y, en general, en el problema de polución asociada a las relaciones sexuales.
Si nos preocupamos por lo que contamina nuestro coche, por las emisiones asociadas a la ropa que compramos o buscamos una alimentación más verde, del mismo modo deberíamos informarnos acerca de una vida sexual ecoamigable. Sólo en lo que respecta a los anticonceptivos y juguetes eróticos, por ejemplo, nuestra salud y la del planeta está en juego.
Los condones
Los condones pueden incluir sustancias químicas peligrosas para la salud, como los que contienen nonoxinol-9, un espermicida potencialmente perjudicial para hombres y mujeres, según advierte la Organización Mundial de la Salud.
A nivel ambiental, los condones de poliuretano o polietileno son nefastos por no degradarse, mientras los de látex, pese a ser biodegradables y constituir un método ecológico de control de la natalidad, exigen desecharse de forma adecuada, como ocurre si los tiramos por el inodoro. Mucho mejor tirarlos a la basura.
Las píldoras anticonceptivas suelen tener numerosos efectos secundarios y también en esta ocasión desecharlas por el inodoro cuando han caducado, algo bastante común, contamina las aguas al cargarlas de hormonas que acaban afectando a la fauna.
Al margen de que controlar la natalidad tiene un efecto ecológico, y de que los métodos más respetuosos con el entorno es la abstención o la esterilización, esto no siempre es compatible ni recomendable con los deseos o la salud de las personas. Otras opciones son los mencionados anticonceptivos, ya sean masculinos o femeninos, así como los espermicidas, pongamos por caso.
Lubricantes y juguetes
Numerosos lubricantes convencionales suelen contener parabenos y agentes bacteriostáticos, sustancias químicas con efectos anti espermicidas, que bien matan a los espermatozoides o disminuye su motilidad, mientras otros compuestos actúan como tales. En ocasiones, se utilizan de forma conjunta. En ambos casos, aunque son más difíciles de encontrar, existen alternativas verdes.
Los juguetes sexuales también están cargaditos de química. Vibradores y demás accesorios eróticos contienen ftalatos para ablandar el plástico, vinilo o PVC, con efectos ambientales negativos (no son biodegradables) que también perjudican la salud, llegando a ser cancerígenos y pudiendo provocar desórdenes hormonales. Algunos de estos componentes están prohibidos, por lo que siempre hay que estar bien informados para comprar juguetes sin ftalatos y demás .
Tener menos hijos
Colaborar en un medio ambiente sano a largo plazo implica no traer al mundo tantos hijos como vengan y, como hemos señalado, utilizar métodos anticonceptivos, si bien resulta difícil encontrarlos doblemente ecológicos, es decir, respetuosos tanto con nuestro organismo como con el entorno.
En este sentido, el tradicional método Ogino o del calendario -no tener sexo en determinados días del ciclo menstrual- es un modo de no contaminar ni contaminarnos. Pese a no ser fiable, estas ventajas están convirtiéndolo en una opción interesante para muchas personas concienciadas con el medio ambiente. Pero, sobre todo se avanzaría si se extendiera el uso de preservativos para así evitar embarazos no deseados, una tarea pendiente que todavía estamos muy lejos de alcanzar.