Desmaquillaje casero, un eco gesto de belleza

Desmaquillaje
Los trucos caseros que además suponen un eco gesto tienen mucho de receta de la abuela. En esta ocasión, desmaquillarse es una rutina de belleza que tiene mucho que ver con la limpieza del cutis cuando buscamos alternativas a los productos que se comercializan, ya sean ecológicos o convencionales.

Lógicamente, puestos a comprar, los desmaquillantes bio serán más recomendables para nuestra salud y la del planeta, pero en este post la premisa es recurrir a la despensa o a otros ingredientes ecológicos que haya por casa.

Desmaquillaje bio y eco

¿Misión imposible? Nada de eso, desmaquillarse con recetas caseras bio que además sean sostenibles es más fácil de lo que parece. Incluso puede afirmarse sin miedo que resultan tanto o más eficaces que los desmaquillantes sintéticos.

Sin ir más lejos, podemos optar por lo fácil y rápido: los aceites vegetales. Desde el aceite de almendras dulces o cualquier otro, como el aceite de oliva, de sésamo o de girasol. Antes de aplicarlo humedezcamos un trocito de algodón o, aún mejor, una toallita de desmaquillaje reutilizable que, por cierto, podemos hacer fácilmente con retales.

Apliquemos una pequeña cantidad, y renovemos si fuese necesario. Muy probablemente estés preguntándote si hay que insistir mucho. Por lo general, no. Saldrá fácilmente, incluso el eyeliner o el pintalabios. Luego, si queremos quitarnos la sensación grasa, nebulizar el rostro con una pistola de spray rellena de agua mineral, sin más.

No utilizar una cantidad excesiva es clave para evitar el efecto graso y, por otra parte, es importante no dejar la cara húmeda para prevenir la deshidratación. Podemos secar finalmente con pequeños y suaves golpecitos de toalla o prescindamos de nebulizar si vamos a ducharnos tras desmaquillarnos.

Toallas desmaquilladoras
También podemos hacer nuestra propia fórmula desmaquilladora y tenerla lista en una botellita de cristal, a ser posible de vidrio oscuro para evitar que entre la luz. Puestos a buscar soluciones sostenibles, mejor si es de vidrio o reutilizar algún envase sería interesante. Siempre, eso sí, asegurándonos de higienizarlo convenientemente.

Aunque lo ideal es personalizar nuestra fórmula para así encontrar la que mejor nos vaya, como idea de partida puede servirnos la siguiente. Mezclamos agua mineral previamente hervida para eliminar las bacterias que pudiera contener y añadimos la mitad de aceite vegetal, que puede ser cualquiera que nos funcione bien aplicado directamente.

Sería perfecto que el aceite fuese bio, y bien, una vez mezclados el agua y el aceite (es un decir), tendremos un desmaquillante casero listo para su uso en casa o donde queramos llevarlo, guardado en el neceser.

O, por supuesto, si el aceite aplicado de forma pura nos resulta eficaz, también es posible tener una botellita cerca en la que simplemente tengamos el aceite, sin más. Eso sí, a la hora de humedecer la toallita previamente, si no vamos a tener acceso al agua la segunda opción será la idónea.

Al aplicarlo, tanto en uno como en otro caso, preservemos el contenido intacto, evitando aplicar en las zonas de la toallita ya usadas. Solo así será seguro a nivel bacteriológico, un consejo muy a tener en cuenta, sobre todo en el caso de usar toallitas reutilizables.

Por último, aunque los productos no sean bio, el simple hecho de aprovechar productos que tenemos en casa significa ahorrar en envases y en transporte, con lo que limitamos la huella de carbono. A su vez, es obvio que un desmaquillante de base química es siempre menos verde que un aceite vegetal, pongamos por caso, aunque no tenga el sello ecológico.

Idealmente, deberíamos comparar los ciclos de vida de los distintos productos para saber hasta qué punto es más o menos ecológico nuestro gesto, pero tampoco hace falta tener demasiada información para acertar utilizando el sentido común.

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