Reciclar es un gesto eco-amigable que los más pequeños de la casa han de saber valorar y copiar de sus mayores para educarse en el respeto por el medio ambiente. Su carácter cotidiano a la hora de eliminar los desechos del hogar convierte el reciclaje en una interesante manera de ayudarles a entender la necesidad de cuidar el planeta, así como la importancia de su pequeña-gran contribución.
El simple hecho de ver diariamente una conducta sensible al respecto ayuda al niño a tenerla. Es por ello que padres, hermanos y demás familia son la mejor influencia para adoptar una actitud verde desde la más tierna infancia.
La idea es que su acercamiento no resulte intrusivo sino colaborativo. Es fácil plantear como un juego sus pequeñas aportaciones, como convertir un rollo de papel higiénico en un portalápices o, por ejemplo, una caja de zapatos en una bonita caja forrada con recortes de revistas.
Aprender jugando
Las festividades como Halloween, Navidades o su cumpleaños, pongamos por caso, son perfectas para hacer manualidades con las que decorar la casa. Será fácil a partir de materiales reutilizados como el papel de aluminio con el que envuelven el bocadillo del cole, con botellas de plástico, con cajas de galletas o, sin ir más lejos, con papel de regalo que hayamos guardado esperando poder darle un nuevo uso.
De poco sirve aleccionarles con ideas abstractas o darles órdenes, cuando podemos aprovechar un sinfín de situaciones cotidianas con las que pueden disfrutar y sentirse protagonistas de un buen gesto en favor del medio ambiente. Al poco tiempo, seguro que son ellos los que nos dan lecciones verdes a nosotros. Y, con suerte, no tardarán en relacionar sus juegos con la importancia de no generar más basura de la necesaria o con la contribución ambiental que supone la separación de los tipos de desechos en la basura doméstica.